Ésta es la primera historia “larga” que he podido terminar, porque normalmente se quedan a medias, así que esto ya es un logro para mí -^.^-

Antes de empezar, me gustaría avisar de que No es una historia realista :P no concibo una historia sin fantasía! (Para realidad, ya tengo mi vida :3 creo que una historia sirve para evadirse, vivir aventuras que no puedes vivir en la vida real).

En nada se parece a las grandes historias que tanto me gustan, es sólo un intento de imitación, pero he hecho lo que he podido, quizás pueda mejorarla más adelante…

Me hubiera gustado crear un cómic o algo así, pero no me he atrevido (Sobre todo porque así había más posibilidades de que se quedara a medias), por eso le iré añadiendo dibujos. Así es como yo me he imaginado a los personajes y los lugares, pero cada uno es libre darle el aspecto que quiera, claro.

En fin, espero que os guste (dentro de lo que cabe... jeje)

Adelante! -^.^-

domingo, 2 de diciembre de 2012

Noticias y dibujillo :3

Hola de nuevo!!
Siento el largo periodo de inactividad, no tengo tiempo para mucho últimamente... Sin embargo, me alegra poder decir que la segunda parte de la historia avanza a buen ritmo ^^ (Lleva ya más páginas que el primer libro de Harry Potter!! XD)
Estoy esperando a avanzar un poco más para empezar a subir capítulos... Aunque aún el final sea una incógnita incluso para mí, ¿Debería comenzar a subir ya algo? :3
Bueno, para entretener un poco al personal, subo un nuevo dibujo que acaba de salir del horno! ^^ El otro día me di cuenta de que casi no tengo dibujos de los personajes, apenas unos cuantos de Alice, así que decidí hacer uno de David y Judith :3 Espero que os guste!!


En fin, pronto retomaré la historia, pero no olvidéis que ¡lleva su tiempo crear un nuevo mundo! XD

sábado, 8 de septiembre de 2012

Marcapáginas ^^

Mi perro se comió el marcapáginas de mi libro y me han dado ganas de hacerme uno yo misma XD
El dibujo tiene bastantes elementos de la segunda parte de la historia de Alice, la cual está en proceso :P Así sirve como adelanto jeje (a partir del dibujo se puede imaginar cómo será...)


jueves, 23 de agosto de 2012

Otro dibujillo :P No sale en la historia pero me resultó gracioso XD


Capítulo 12. "Ven conmigo"


Él la miraba asustado, con los ojos muy abiertos, clavados la katana que llevaba en la mano. Alice se acercó a la cama. ¿Tenía que despertarse ahora? Qué oportuno.

-David…

Pero él se echó hacia atrás.

-No te acerques, no me toques. ¿Qu- qué demonios haces aquí con eso? – Dijo señalando la espada que Alice empuñaba.

Ella se agachó y la dejó en el suelo.

-No es lo que parece, de verdad – Dijo suplicante – Un ninja quería matarte, yo sólo…

-¿Un ninja? Alice… creo que deberías ir a un médico ¿No te das cuenta de que esto ya es peligroso?

Las lágrimas comenzaron a emborronar la visión de Alice.

-Es verdad, ayer terminé el… - Dijo ella, con voz temblorosa – No importa, no vas a creerme de todos modos… no confías en mí ¿Verdad?

-Sí, confío en ti, pero…

-¡No lo haces! Te estoy diciendo que todo esto es real, pero no me crees… ¡nunca me creerás! Pero no te preocupes, esta será la última vez que me ves. Me iré para siempre, desapareceré de este mundo, siempre he sobrado en él. Realmente nadie me ha querido aquí… ni siquiera mis padres.

-Alice…

- Por fin os dejaré tranquilos a todos, nadie tendrá que volver a preocuparse por esta niña loca. Me voy a Iriashi, mi mundo. Y no te preocupes, cuando llegue, buscaré la copia del cuaderno y sellaré la entrada a este mundo para que nadie pueda volver para hacerte daño… sin más que decir, me voy. Imaginad que nunca he existido. Adiós.

Dicho esto, cogió la espada del suelo, se la colgó del cinturón y se encaminó hacia la ventana. Antes de salir, volvió a mirar a David con los ojos llorosos y luego desapareció por allí, dejándole de pie, desconcertado y sin saber qué pensar. Ni siquiera cogió su bicicleta, tenía ganas de correr, correr lejos y no detenerse nunca.

David se asomó a la ventana y la vio alejarse por la calle. Parecía tan segura de lo que estaba diciendo… Pero, no era posible ¿Verdad? Se volvió y paseó la vista por su habitación, sin saber realmente si quería encontrar algún indicio de que lo que decía Alice tuviera algo de cierto o no, sin poder creerse que estuviera dudando de la veracidad de la extraña situación. Unas gotas rojas en el suelo llamaron su atención. Se agachó, sin atreverse a tocarlas. Parecía… ¿Sangre? Mientras las observaba, vio con estupefacción cómo se volvía tinta y luego desaparecía sin dejar rastro.

-¿¡Pero qué…!?

Las palabras de aquel hombre raro que encontró en la plaza resonaron en su cabeza: “Que no hayas visto algo, no quiere decir que no exista”, “hay pocas cosas imposibles en este mundo”, “confía”. ¿Y si lo que Alice decía era cierto? Era una locura, pero…

Se levantó y cogió una chaqueta negra del perchero, se la colocó encima del pijama y luego salió de la casa, con cuidado de no despertar a sus padres. Una vez en la calle, echó a correr como nunca lo había hecho. No sabía que era capaz de correr tan rápido. Cuando algo te importa de verdad, sacas fuerzas de donde sea.

Sólo se dio cuenta de lo cansado que estaba cuando llegó a la gran casa de Alice. Golpeó varias veces la puerta llamándola, pero nadie abrió. Se veía luz dentro, tenía que estar allí. Miró hacia arriba. Alice había entrado en su casa por la ventana, ¿por qué él no?

Era más fácil escalar por la fachada de esa casa. Estaba hecha de piedra antigua y tenía muchas muescas en la roca. Llegó hasta la ventana del cuarto de Alice, que estaba abierta y entró, pero la puerta que daba a la biblioteca estaba cerrada. Volvió a salir y escaló hasta otra ventana del segundo piso, no le importó romperla; total, según decía Alice, no volvería a ver más aquella ventana. La habitación en la que entró le resultó familiar, allí fue donde encontró a aquella gata, Yuki, la actual mascota de Alice.

Mientras tanto, Alice, en la biblioteca, abrió una ventana.

-Yuki - dijo, mirando a la gata, que estaba sentada sobre el piano –Puedes venir o quedarte, te dejaré abierta la ventana para que entres y salgas cuando quieras. 

Luego tuvo que cortar con la espada la cuerda que mantenía la puerta de su cuarto cerrada para poder llegar hasta el cuaderno. Colocó la mano derecha sobre el símbolo de la portada, cerró los ojos y pronunció en voz alta unas palabras en un idioma desconocido. Poco después, la runa comenzó a brillar y el cuaderno se abrió solo, como si un fuerte viento pasara las hojas. Alice se olvidó de todo mientras presenciaba la escena maravillada. El cuaderno quedó abierto por la página en la que había dibujado un arco precioso, Alice alargó la mano y la página pareció transformarse en líquido. Era igual que aquel sueño que tuvo un día en el mirador.


Cuando David entró en la habitación, una fuerte luz inundaba toda la estancia, sólo pudo ver la silueta de Alice desdibujándose poco a poco.

-¡¡¡Alice!!! – Gritó.

Ella pareció volverse, unos segundos antes de desaparecer por completo. David se abalanzó sobre ella, con los brazos abiertos, pero abrazó al aire. Cuando se dio cuenta, ya no había luz ni rastro de Alice. Frente a él, sólo estaba la ventana, el escritorio y el cuaderno abierto. Lo último que vio de ella fueron sus grandes ojos de color verde azulado, sorprendidos al verle allí.

jueves, 9 de agosto de 2012

Capítulo 11. Un problema


Alice corría lo más rápido posible entre la multitud. Era verdad que iba a perder el autobús si no se daba prisa. Estuvo a punto de llevarse por delante a un niño pequeño y por poco se cae a una fuente que había en mitad de la plaza, pero al final llegó a la parada justo cuando el autobús iba a arrancar; tuvo que gritarle al conductor para que no se fuera sin ella. Una vez dentro, se sentó en uno de los asientos de atrás. No podía borrar la sonrisa de su cara, estaba tan contenta…

<<Realmente parezco tonta>> Pensó, mirando a su alrededor. Nunca entendía por qué la gente estaba tan seria y silenciosa en los autobuses ¿No era divertido desplazarse a un lugar diferente? <<Pero me da igual, ¡Qué poco me queda para estar aquí! Aunque… estos últimos días están siendo interesantes, al final se me va a hacer difícil abandonar este mundo. Siempre pasa igual, empiezas a pasarlo bien cuando tienes que irte…>>.

El resto del viaje estuvo pensando en qué haría una vez que pasara el portal hacia su mundo. Echaría de menos a David y a Judith… pero seguro que también conocería gente nueva e interesante, y a Ryuzaki.

En cuanto se abrieron las puertas de autobús, Alice dio un brinco y salió corriendo del autobús directa a su casa. Una vez allí no le faltó tiempo para ir rápidamente a su cuarto y coger el cuaderno, que tenía guardado bajo la almohada. Se sentó en su escritorio y colocó el cuaderno cerrado sobre él. Estuvo un rato observándolo detenidamente.

<<Simbolizar un sentimiento, simbolizar un sentimiento…>> Repetía Alice en su cabeza.

De repente, cogió un bolígrafo plateado y comenzó a dibujar algo sobre el símbolo ya escrito sobre la portada del cuaderno. Estaba “dibujando” la palabra amor, pero sin letras, mediante una serie de líneas retorneadas que se entrelazaban con las otras líneas ya existentes, dando lugar a un dibujo complicado… y muy bonito. Realmente no sabía qué estaba haciendo, sólo se dejaba llevar por su instinto. Finalmente acabó con un trazo en forma de estrella en el centro del dibujo. En cuanto terminó, el símbolo completo emitió una luz blanca, que luego se extinguió.

 -¡Lo tengo!, ¡Lo tengo!, ¡¡Lo tengo!!

Alice se levantó del escritorio y comenzó a dar saltos de alegría, ante la asustada mirada de Yuki, que descansaba sobre la cama. Se sentía eufórica, capaz de hacer cualquier cosa.

-¿Y ahora qué? ¿Debería irme ya? ¿Espero unos días?... ¿Debería… avisar a David, al menos? Aunque ya sé que no me creerá… creo que es mejor no decirle nada, al menos así no nos despediremos enfadados…

Alice salió de la habitación, para dar una última vuelta por su casa antes de irse, aunque no la dejaría para siempre, en su mundo había creado otra casa igual a ésa con los mismos objetos, todo igual, incluso había creado una copia del cuaderno y la había escondido en un lugar seguro, por si había que cambiar algo, pero aún así… daba un poco de pena. Visitó todas las habitaciones, incluso aquellas en las que hacía años que no entraba, fue también al jardín y al invernadero, uno de sus lugares preferidos. Había diseñado nuevas plantas para el invernadero de su mundo, sería precioso.

Cuando volvió a su cuarto, algo llamó su atención. Había dejado la puerta cerrada, sin embargo, ahora estaba abierta. Un ruido en la biblioteca la sobresaltó, era el piano…

-¿Yuki? – Dijo Alice saliendo a la biblioteca y desviando la vista hacia el piano – ¡¡¡AAAH!!!

Había una persona tocando el piano. Iba vestida de negro, con una capucha. Al oír a Alice se volvió para mirarla. Ella no sabía decir si era hombre o mujer, pues llevaba cubierta incluso la cara, sólo se le veían los ojos, unos ojos muy curiosos; uno era de color azul intenso y el otro, verde esmeralda, que se clavaron en ella, produciéndole un escalofrío. Iba ataviada como… ¿un ninja?

-¿¡Quién narices eres!? ¿¡Qué estás haciendo en mi casa!? – Le dijo Alice una vez que se recuperó del susto.

- He venido a este mundo a cumplir una misión, pero no he podido evitar entretenerme un rato con esto – Respondió el extraño. Su voz era la de un hombre joven. Habló en un idioma que no era inglés ni español, pero Alice lo conocía perfectamente y pudo entenderle sin problemas… lo había inventado ella.

- ¿Este… mundo? ¿¡Has salido de…!? – Preguntó Alice señalando al cuaderno, desde allí podía verlo abierto sobre la mesa de su dormitorio.

-En efecto, pero ya no puedo entretenerme más, tengo una misión que cumplir– El hombre se levantó y se dirigió a la puerta.

-¡Eh! ¡Espera! – Gritó Alice al ver que se dirigía a la puerta de la biblioteca - ¿Qué misión? ¡Por lo menos infórmame! ya que sales y entras a tu antojo por mi mundo y por mi casa…

El hombre la miró.

-Así que tú eres Alice ¿No? Te felicito, tienes a Ryuzaki loco por ti – Rió – Me ha contratado para acabar con un tal… David. No aguanta que lo prefieras a él.

Alice estaba desconcertada, no sabía qué hacer. Por un lado, sintió que sus mejillas se encendían ¿Qué sabía aquel tío sobre sus sentimientos? Pero no duró mucho, pronto la sangre huyó de su rostro. Quería acabar con David.

-Pero… ¿¡Estás loco!? ¡¡No puedes hacer eso!! ¡Es… mi amigo!

-No es nada personal, chica, yo sólo estoy contratado por Ryuzaki así que, mejor háblalo con él. Me ofrecí a esta misión porque tenía ganas de ver este mundo, era una buena aventura, aunque… creo que será la última vez que trabajo para alguien, es mejor hacer las cosas por tu cuenta – Se encogió de hombros – Pero ya que me va a pagar y me ha salido gratis venir hasta aquí, no voy a irme sin cumplir mi misión, pobre Ryuzaki ¿No?

-Pero¿¿¡¡Sabes lo que estás diciendo!!?? ¿¡Que lo hable con él!? ¡¡Lo dices como si fuera un pequeño problema sin importancia!! ¡¡¡Es la vida de mi amigo!!! – Alice, enfadada caminó hasta colocarse delante del nombre, con los brazos en jarras. Vio que el extraño llevaba una espada colgada de la cintura, pero no le hizo el menor caso. Cuando la rabia te controla, ya no te importa nada. Agarró un paraguas del paragüero que tenía detrás y apuntó con él al extraño - ¡¡Pues yo te lo voy a impedir!!

Él suspiró resignado y algo divertido.

-¿Eso es un paraguas?- Le dijo a Alice, quien se sintió un poco ridícula, pero eso era mejor que nada ¿No? - Supongo que no puedo hacerte daño, o Ryuzaki querrá matarme a mí y no tengo muchas ganas de jaleos… - Dijo, acercándose más a Alice, quien dio varios pasos hacia atrás, aún con el paraguas en punta.   

El extraño esquivó un paraguazo y le quitó la peculiar arma de las manos de un rápido movimiento, extendió un brazo y agarró a Alice, ésta empezó a moverse y a soltar patadas y manotazos en todas direcciones, pero no consiguió soltarse. El hombre no era especialmente musculoso, pero tenía una fuerza increíble. La sujetó bajo el brazo, como si fuera un cachorro y caminó con ella hasta el cuarto de la cama, era humillante. Metió a Alice en el cuarto de un empujón que la hizo caer al suelo y cerró la puerta. Mientras ella daba patadas a la puerta desde en otro lado, él cogió una cuerda que llevaba colgada y ató un extremo fuertemente al pomo y el otro a una ventana para evitar que Alice pudiera abrir la puerta, luego, salió de la biblioteca como si nada hubiera pasado.

Alice no sabía qué hacer. Desesperada, se lanzaba contra la puerta y le daba patadas con todas sus fuerzas, pero sólo consiguió romper el pomo y hacerse daño. Se sentó en el suelo a punto de llorar.

<<No puedo rendirme y dejar a ese loco suelto por ahí… si a David le pasa algo, será culpa mía>> Miró el cuaderno, abierto sobre el escritorio << ¿Y si lo destruyo? No, ha sido mucho trabajo y no sé si de esa manera desaparecería el ninja… ¡¡Debe haber otro modo!!>> Paseó la mirada por toda la habitación hasta fijarla en las espadas que había colgadas en la pared, cerca de la cama <<¿Por qué no? Siempre he tenido ganas de usarlas…>>.

Se levantó rápidamente y caminó hacia allí. Tuvo que ponerse de puntillas para poder llegar hasta ellas. Agarró el mandoble, pero en cuanto lo sacó del soporte, sus brazos no pudieron sostenerlo y cayó al suelo, rompiendo el parquet, a pesar de que Alice lo tenía agarrado por la empuñadura. Era demasiado pesado, apenas podía levantarlo.

-¡Porras! ¡Cómo pesa!

Lo soltó y volvió a extender los brazos para coger la katana. También pesaba un poco, pero era muchísimo más ligera que el mandoble. Se la sujetó en el cinturón, luego, se subió al escritorio para abrir la ventana y salir por ella, no había mucha altura hasta el suelo. Saltó al jardín, era de noche y estaba oscuro, pero la luz de la luna permitía ver. Por suerte, seguía allí entre los matorrales la bicicleta que nunca utilizaba, un poco oxidada y cubierta de telarañas. La sacó de allí, se montó y empezó a pedalear hacia la casa de David tan rápido como las ruedas deshinchadas le permitían. Se veía un poco cutre, pero era más rápido que ir corriendo.

<<Seguro que el tío ese es muy rápido, pero no sabe dónde está su casa, le costará un rato buscarla… así tengo algo de ventaja>> Pensó Alice, mientras pedaleaba bajo la luz de las farolas.

Ya se veía la casa de David a lo lejos. Todo parecía tranquilo. Alice, jadeando, dejó tirada la bicicleta delante de la puerta del jardín. Al levantar la vista hacia la ventana del cuarto de David, ahogó una exclamación. Una sombra negra acababa de entrar por la ventana.

<<Es él>> Alice notaba los rápidos latidos de su corazón. Reconocía que estaba asustada, en los libros y las películas, las cosas parecen más fáciles, sin embargo, ni siquiera se lo pensó; saltó la valla del jardín y trepó hasta subir a un gran árbol, en ese pueblo la gente acostumbraba a tener árboles grandes en sus jardines, algo que a Alice le vino de perlas esa noche. Desde allí pudo saltar al tejado y luego descolgarse hasta la ventana de David. Se coló en la habitación silenciosamente. Estaba muy oscuro, pero vislumbró la silueta del ninja levantando su espada para luego dejarla caer sobre David, que yacía plácidamente dormido en su cama.

Alice pudo ver la sorpresa en los azules ojos del ninja al colisionar su katana con la de ella, provocando un fuerte ruido metálico cuando estaba a sólo unos centímetros de David.

-Tú… - Dijo, claramente sorprendido.

- Sí, yo. ¿Creías que me iba a quedar de brazos cruzados esperando a que te cargues a mi amigo? No te lo permitiré. Tú no puedes hacerme daño, pero nada me impide que yo te lo haga a ti – Dijo Alice decidida, sorprendiéndose a sí misma. La rabia la dominaba, se lanzó contra él con su katana en alto. No habría hecho este movimiento, dejando al descubierto su cuerpo si no tuviera la certeza de que él no le atacaría, no le interesaba hacerlo.

El hombre encapuchado se hizo a un lado y esquivó el golpe de Alice, ésta se dio la vuelta rápidamente y volvió de nuevo a la carga con la espada apuntando directamente a él. El ninja detuvo la estocada con el filo de su katana, también tenía unos reflejos impresionantes. Con un rápido movimiento desarmó a Alice, su espada salió volando hacia un rincón de la habitación. Ella se quedó quieta, desconcertada, con la katana del ninja rozando su cuello. De pequeña, cuando vivía en Inglaterra, iba a clases de esgrima y era de las mejores, pero nunca había visto nada igual.

-Si vuelves a entrometerte, te mataré. Que Ryuzaki quiera acabar conmigo después de hacerlo es sólo una pequeña molestia que, sin duda, podré solucionar solo – Le dijo el hombre, con su penetrante mirada fija en ella y sin dejar de apuntarla con la espada.

Pero Alice no hizo el menor caso, lanzó una fuerte patada a la mano del ninja que empuñaba la espada, ésta, por unos momentos quedó suspendida en el aire y luego fue a parar a la mano de Alice quien, sin pensárselo dos veces, la hundió en el vientre del desconcertado ninja. Éste, con los ojos como platos, miró hacia abajo y luego a Alice, incrédulo. Cayó de rodillas al suelo y unos segundos después se desplomó.

Alice, pálida y temblorosa, se quedó mirando la escena. Caminó hacia el rincón para recuperar su espada, no sabía lo que podía pasar, pero poco después, el hombre empezó a desaparecer, como si su cuerpo perdiera consistencia, como un holograma… hasta que no quedó nada de él, sólo un charco de sangre en el suelo, que se ennegreció, transformándose en tinta y después desapareció también. Alice sabía que nunca se habría atrevido a hacer eso si no supiera lo que iba a pasar. Si alguien del mundo inventado muere en el mundo real, sólo vuelve a su mundo original; no ocurre lo mismo al revés.

-¿Alice? – Dijo una voz tras ella.

Alice se volvió. Era David, se había despertado.

viernes, 3 de agosto de 2012

Capítulo 10. Último ingrediente


Alice estaba aburrida. Desde que se había levantado no había hecho otra cosa más que pensar en qué le faltaba a su mundo para que se abriera el portal. Había empezado sentada en el sofá de la biblioteca mirando el cuaderno con detenimiento; al rato, empezó a dar pataditas impacientes en el suelo, más tarde ya estaba tumbada en el sofá con los pies sobre el espaldar mientras Yuki jugueteaba con su cabello, que caía casi hasta el suelo. Al final Alice había terminado rodando por el suelo con cara de fastidio, como una niña pequeña y el cuaderno abandonado entre los cojines del sofá. Se le había acabado la paciencia.

Cansada de rodar, decidió ir a dar una vuelta por la ciudad, ese día se celebraba una fiesta, seguro que había buen ambiente por allí. Se levantó del suelo y se fue, no sin antes cambiarse de ropa y pasar un rato quitándose las pelusas del pelo que había conseguido en su paseo por el suelo.

Como otras veces, tuvo que coger un autobús para llegar a la ciudad. Durante el trayecto se entretuvo mirando a las personas que viajaban con ella e intentando imaginar de dónde venían, a dónde iban, en qué pensaban, cuáles eran sus historias… Estuvo todo el camino sumida en sus pensamientos.

<<Detrás de cada persona hay una historia diferente, una personalidad única… sería interesante conocerlas a todas, saber qué piensan o qué desean ¿Quién sabe si no hay alguien en este mismo autobús intentando crear un mundo, igual que yo? Aunque eso nunca lo sabré. Es curioso, cada persona sigue un camino diferente, pero por unos minutos nuestros caminos se cruzan, compartimos el mismo espacio durante un rato para ir a un mismo sitio, pero luego nos separamos para no volver a vernos más… o quizás sí>>

El autobús se detuvo y Alice se dio cuenta de que ya habían llegado. Se bajó de autobús y se dirigió al parque, siempre le gustaba pasear por allí.

Ya casi era hora de comer, compró un trozo de pizza en un quiosco y se sentó en un banco a comérsela. En un banco en frente de ella había un hombre de unos cuarenta o cincuenta años, vestido con chaqueta y corbata, estaba leyendo un periódico. Al rato se levantó, dejó el periódico en una papelera y se alejó con las manos en los bolsillos. Alice advirtió que había dejado algo en el banco. Terminó el último bocado de pizza y se acercó al banco, entonces descubrió que se trataba de una cartera. La abrió por curiosidad, había bastante dinero dentro. Nunca le había llamado la atención el dinero, quizás porque sus padres eran millonarios y nunca le había dado mucho valor. Miró al hombre y fue corriendo hacia él.

-¡Eh, eh! – Gritó para llamar su atención.

El hombre se volvió y Alice le tendió la cartera.

-Te has dejado esto en el banco.

El hombre pareció sorprendido, rápidamente se llevó la mano al bolsillo trasero del pantalón.

-Oh, ¡Es verdad! – Dijo cogiendo la cartera – ¡Muchas gracias, de verdad! Uf, menos mal ¡Gracias!

-No es nada.

-¿Cómo te lo puedo agradecer? – Preguntó, algo comprometido, luego pareció acordarse de algo y rebuscó en su bolsillo buscando algo sin éxito -¿Te gusta el arte?

-¿Eh? Sí… ¿Por qué?

- Toma esto – Dijo el hombre abriendo la cartera y sacando un pequeño billete rojo – Soy el director de un pequeño museo que hay aquí cerca, hace apenas unos días lo abrimos por primera vez al público, quizás te interese venir. Abre a las cinco.

Alice cogió el billete y lo miró.

-Gracias.

-Bueno, tengo mucho que preparar, espero verte por allí – Dijo agitando la mano a modo de despedida, luego dio media vuelta y se marchó.

-Ya tengo algo que hacer esta tarde – Dijo Alice para ella misma mientras guardaba el billete en el bolsillo de sus vaqueros.

Esperó a que llegase la hora mientras paseaba por una calle llena de tiendas, aunque no encontró nada de su estilo. A las cinco menos unos minutos se dirigió al museo, la dirección estaba escrita en el billete. Era un edificio antiguo muy bonito, aunque no era demasiado grande. Había bastante gente esperando en la puerta.

A las cinco abrieron unas enormes puertas de cristal y la gente empezó a entrar. Alice esperó a que entrara primero todo el gentío, cuando todo se quedó un poco más tranquilo, se dirigió a la puerta. Para entrar había que introducir el billete en unas máquinas, pulsar un botón y esperar a que una barra se levantase para poder pasar. Había siete máquinas, en todas había gente haciendo cola menos en la última de la derecha, a la que Alice se dirigió. Introdujo el billete por una ranura y pulsó el botón rojo, pero parecía estar atascado, el billete volvió a salir por la ranura.

-¡Eh, tú! – Dijo alguien tras ella, sobresaltándola.

Alice miró hacia atrás. Un portero alto y delgado la estaba llamando, parecía nervioso.

-Esa entrada está estropeada, pasa por allí – Dijo el guarda señalando hacia la gente.

Alice obedeció, tuvo que guardar cola para entrar. Una vez dentro les hicieron esperar en una sala con cómodos sillones rojos. El edificio era moderno por dentro. Al rato apareció el hombre del parque quien, al ver a Alice le guiñó un ojo.

-Hola, señoras y caballeros, bienvenidos al museo de arte Galic. Yo, director del museo, os guiaré durante la visita e iré informando sobre algunas de nuestras piezas. Esperamos que disfruten de la visita. Por favor, seguidme– Dijo caminando hacia una gran puerta de madera. La gente se levantó y lo siguió.

La visita transcurrió sin incidentes, el museo estaba lleno de estatuas, cuadros y joyas, todo muy bonito y diferente a los objetos de otros museos que Alice había visto antes. El director iba explicando la historia de cada objeto, era muy interesante. Finalmente, se detuvieron delante de la puerta de una última sala.

-Y por último, os voy a mostrar la pieza del museo de la que más orgulloso estoy, el Sentimiento Oculto. Pasad por aquí.

La habitación no era muy grande pero estaba ocupada por un solo objeto, protegido tras una urna de grueso cristal que terminaba en el techo. Alice se quedó maravillada al verla, era una joya tridimensional preciosa, muy brillante, hecha de una especie de cristal azul, tenía un diseño complicado… especial.

-Es realmente bonita, ¿verdad? Fue encontrada hace poco en las ruinas de una pequeña aldea, cerca de aquí. Lo más asombroso es que esa aldea fue destruida hace años por un bombardeo durante una batalla, sin embargo, esta joya quedó intacta. Está hecha de un material muy resistente, capaz de aguantar incluso las bombas. El hecho de que esté protegida es sólo una medida antirrobo, porque no es que se pueda romper fácilmente… os lo voy a demostrar.

El director sacó una llave que al parecer llevaba colgada de una cadena en su cuello y la introdujo en una cerradura que había en la base de la urna, ésta se elevó lentamente, dejando la brillante joya desprotegida. El hombre sacó un pequeño martillo plateado de su chaqueta e hizo ademán de golpear con él la joya.

-No os preocupéis, veréis que no le ocurre absolutamente nada – Dijo el director y acto seguido, dejó caer el martillo sobre la pieza.

Un sonido agudo resonó en la sala y justo después, la joya se resquebrajó y empezó a desmoronarse en pequeños trozos, ante la sorpresa de todos los presentes, quienes guardaron silencio, creyendo que era una broma del director, pero entendieron que no lo era al ver que éste palidecía de un modo preocupante. Poco después, el martilló cayó sonoramente al suelo y el director se desplomó, inconsciente. Algunos de los presentes se adelantaron para ayudarle, unos cuantos salieron de la sala en busca de ayuda y otros, como Alice, se limitaron a mirar, desconcertados.

Pronto llegaron varios empleados del museo a controlar la situación y asistir al director.

-Señores, la visita ha acabado – Dijo uno de ellos dirigiéndose a los visitantes – Lamentamos lo sucedido, aún así, esperemos que hayan disfrutado de su visita… ahora, por favor, rogamos que abandonen el museo, debemos encargarnos de la situación. Seguidme, por favor – El empleado salió por la puerta, seguido por el grupo de visitantes. Alice se quedó atrás, separándose del grupo.

Miró al director, quien había recuperado el conocimiento y aún seguía sentado en el suelo, pálido. Estaba apoyado en la pared. Alice sentía pena por él, parecía tan ilusionado al principio…

-Me lo he cargado, me lo he cargado, es imposible, no puede ser… - Repetía, pasándose un pañuelo por la cara.

-Por favor, relájese – Le decían los empleados mientras le hacían aire con las manos.

-Es muy extraño – Dijo Alice en voz alta. El director y los empleados la miraron.

-Por favor, hemos pedido que los visitantes abandonen el museo – Le digo un empleado, pero Alice hizo caso omiso.

-Ha dicho usted que este objeto resistió un bombardeo ¿No? – Preguntó ella, dirigiéndose al director. Éste asintió – Entonces es muy extraño que se rompa ahora.

-Yo... tampoco me lo explico… es imposible – Dijo el hombre.

- La única posible explicación que se me ocurre es que sea una falsificación – Sugirió Alice.

El director, antes apoyado en la pared se irguió.

-Pero, ¡eso es imposible! Yo tengo la única llave que abre la urna ¡Siempre la llevo conmigo! No… no puede ser, está hecha de cristal blindado, además, el Sentimiento está sujeto a la base mediante un mecanismo muy complejo, que sólo se puede desbloquear con la mano ¡Y sólo yo tengo la llave para acceder a él!

Alice no dijo nada, se limitó a pasear alrededor de la urna abierta, estudiando las posibles maneras de burlar la seguridad.  Aún quedaba sujeta a la base parte de la joya, agrietada. En la parte de atrás del pedestal se podía distinguir una pequeña puerta camuflada con una cerradura. No tenía signos de haber sido forzada. Alice miró al suelo. Lo tenía. Dos de las tablas de madera que cubrían el suelo justo bajo el pedestal parecían despegadas. Alice introdujo las uñas entre las juntas y retiró una de las tablas. Además de mucho polvo, un agujero que llegaba hasta el interior de la urna, justo debajo de la pequeña puerta. Introdujo el brazo con cierta dificultad, era muy estrecho; palpó el interior del pedestal hasta encontrar el mecanismo que mantenía el objeto sujeto a la base. Se podía desbloquear perfectamente.

-Creo que he encontrado algo – Anunció Alice.

Los vigilantes y el director, que no le habían prestado atención en todo el rato se acercaron y pusieron cara de asombro.

-¡Tenías razón! – Exclamó el director, aliviado de saber que él no había roto el verdadero tesoro – Pero una vez que ya no estaba sujeto, ¿Cómo lo sacaron de la urna?

Alice suspiró y señaló al techo, la urna no tenía cubierta, las paredes lindaban con el techo.

-Una vez libre el objeto, sólo habría que subir al piso de arriba, despegar las tablas del suelo, volver a agujerearlo, levantar con cuidado la plancha de falso techo que hay encima de la urna y enganchar el objeto desde arriba. Luego dejar el tesoro falso en su lugar, colocar la plancha del techo en su sitio y volver a bajar para bloquear el mecanismo. Y creo que todo habría salido bien si se hubieran acordado de pegar las tablas del suelo.

-¡Asombroso!  ¡Magnífico muchacha! – El director se volvió – Luis, ¿puedes ir arriba a comprobar el suelo? Luego llama a la policía, por favor.

-Claro.

-Pero, ¿Quién puede haberlo robado? – El director parecía preocupado de nuevo – Ayer hice lo mismo y no se rompió ¡Tenía que ser el verdadero! ¿¡Dónde estará!?

- Creo que eso también lo sé.

-¡¿Eh!? ¿¡Dónde!?

-Mira en las máquinas de los tickets, en la entrada… hay una que supuestamente está rota.

El director salió corriendo de la sala, Alice lo siguió. Ya en la entrada, el hombre se plantó delante de la máquina estropeada, abrió con una llave el cajetín que tenía en la parte posterior y rebuscó dentro unos segundos. El guardia de la puerta no dejaba de mirarlo.

-¡¡¡La leche!!! ¡¡¡Está aquí!!! – Gritó el director irguiéndose y sosteniendo en sus manos la joya azul - ¡¡¡No me lo puedo creer!!! – Enseguida se volvió hacia Alice – ¡¡Muchas gracias!! ¡Creo que fue un milagro encontrarme contigo esta mañana!

-No es para tanto – Dijo Alice sonriendo, luego señaló al Sentimiento, como lo había llamado el director - ¿Puedo cogerlo un momento?

-¡Claro que sí!

Alice lo observó detenidamente, parecía tan misterioso…

-¿Por qué se llama…Sentimiento Oculto? – Preguntó Alice llena de curiosidad por aquel peculiar nombre.

- Según algunos antiguos escritos, el autor quiso… representar un sentimiento mediante dibujos y formas, no se sabe aún cuál representa, pero sin duda, uno agradable. Mucha gente cree que es imposible representar un sentimiento… pero yo creo que sí es posible ¿Qué piensas tú?

Alice no dijo nada, la última pieza del rompecabezas terminó de encajar en su cabeza ¡Claro! El hombre le acababa de dar la pista que le faltaba: Representar un sentimiento. Sólo le faltaba eso para completar el símbolo que abría el portal de su mundo. Sonrió.

-Creo que sí es posible – Dijo, devolviéndole el valioso objeto al director, luego se miró el reloj – Tengo que irme, voy a perder el autobús – Se encaminó hacia la puerta.

- ¡Espera, muchacha! ¿Cómo te llamas? ¿Dónde vives? ¿Cómo puedo agradecerte…?

Alice se volvió.

-Ya lo has hecho, muchas gracias – Le obsequió con una radiante sonrisa-Ah, y… yo en tu lugar mejoraría las medidas de seguridad, son un poco cutres y despediría al guardia de seguridad– Dijo, mirando al guardia, quien al oírlo salió corriendo por una de las puertas de salida ante las estupefacción del director.

-¡¡Eh!! – Gritó – Bah, da igual, lo tengo localizado.

-¡Adiós! – Se despidió Alice antes de desaparecer por la puerta de salida.

-¡¡No, espera!!

El director salió también a la calle llena de gente en busca de Alice, pero ya no la vio, y nunca más la volvería a ver. 

jueves, 12 de julio de 2012

Capítulo 9. Alguien para mí


Alice terminó de dibujar una línea en la portada de su cuaderno. El enrevesado dibujo que la adornaba se iluminó, luego, una luz blanca la deslumbró. Puso su mano sobre el dibujo, de repente, se sintió ligera como una pluma; sintió que podía volar, traspasar los objetos. Ya no había barreras materiales en el mundo. Abrió el cuaderno. En sus páginas ya no había palabras, ni frases, ni tinta… sólo imágenes, imágenes que se movían… era como mirar desde una ventana hacia el agua de un lago y tras el agua… un mundo nuevo.

Alargó la mano. Sus dedos rozaron el papel, pero ya no era papel. Unas suaves ondas, como las que hace el agua, distorsionaron la imagen. Retiró la mano y se fueron haciendo más tenues cada vez hasta desaparecer. Alice volvió a hacerlo, esta vez no sólo rozó la superficie con los dedos, sino que introdujo la mano entera en el papel líquido, después el brazo y notó que su cuerpo entero se sentía atraído hacia el cuaderno, como si algo tirase de ella desde el otro lado. Se sumergió. Todo a su alrededor eran manchas confusas, se sentía como si estuviera bajo el agua, pero podía respirar… no, no necesitaba respirar. Perdió la noción del tiempo mientras flotaba. Poco a poco, el medio acuoso se fue transformando el aire, las manchas se fueron definiendo hasta dibujar árboles, pájaros, nubes, un gato…  y Alice notaba su cuerpo cada vez más pesado. Era como si estuviera en una burbuja, hasta que el peso de Alice la rompió y notó de repente la gravedad tirar de ella hacia abajo. El suelo, cubierto de hierba, detuvo su caída, que no fue muy suave.

Alice observó a su alrededor; todo era normal, aunque tenía un cierto aire misterioso… y mágico. Era diferente. Al fijarse mejor en lo que había alrededor, descubrió que lo que antes había tomado por un gato, sentado tranquilamente a unos metros de ella, era en realidad un animal que no había visto nunca. Parecía un gato, sí, pero tenía alas, blancas y esponjosas, era de color azul y tenía también una cola de fuego… más bien parecía un pokémon. Alice se levantó de la hierba y se acercó a él despacio. Cuando estaba justo delante, decidida a tocarlo… la cara del animalillo empezó a cambiar de forma, las garras y los colmillos le crecieron; los ojos, antes verdes, se volvieron de color carmesí y su tamaño se multiplicó. Ahora era más grande que Alice. Levantó su enorme garra y la movió en dirección a Alice, el golpe la tiró al suelo. Cuando dejó de rodar por la hierba, se irguió como pudo y al mirar hacia arriba, tenía a la criatura delante, preparada para saltar sobre ella. Buscó desesperadamente algo a su alrededor, un palo, una piedra, algo…pero no tenía nada con lo que protegerse. El  enorme bicho se impulsó con sus fuertes patas traseras y cuando estaba en el aire… alguien se interpuso entre él y Alice. Llevaba una gran espada, con la que acabó con la criatura rápidamente, que nada más caer al suelo con gran estruendo, desapareció en una nube de polvo dorado. 

Al volverse, Alice advirtió que la persona de la espada era… ¿David?... No, no era David, pero se le parecía mucho, podían pasar perfectamente por hermanos. Los rasgos de su cara eran casi idénticos, sólo que David tenía el pelo más claro y sus ojos eran de color marrón oscuro, mientras que los de este chico eran verdes y brillantes. Él le tendió una mano, Alice la tomó y se levantó del suelo.

-Gracias – Dijo ella.

- Es un placer – Dijo él – Mi nombre es Ryuzaki. Estoy aquí para protegerte y…

Ryuzaki se acercó más a Alice, la cogió por la cintura y, ante su sorpresa… la besó en los labios…


Notaba aún los húmedos labios de Ryuzaki sobre los suyos y su cabello haciéndole cosquillas en la cara. Estaba confusa. Abrió los ojos, pero tardó unos segundos en darse cuenta…

-¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAH!!!!!!!! – Gritó, levantándose rápidamente y espantando a la cabra que tenía delante, luego se frotó la boca con energía. La peluda cabra blanca le había lamido la cara mientras dormía.

Oía risas tras ella. Miró en esa dirección y vio unos metros más allá a un anciano con una boina y un bastón, rodeado por un rebaño de cabras y ovejas; se estaba riendo a carcajadas.

-¡Tranquila, muchacha! ¡Mis cabras no van a comerte! – Dijo entre risas. Luego silbó y se alejó despacio mientras sus perros guiaban al rebaño tras él.

Alice se quedó unos segundos mirando al rebaño, frotándose aún los labios con el dorso de la mano. Después miró al suelo, bajo el tronco del gran olmo del mirador, donde estaba su cuaderno abierto y el bolígrafo sobre la hierba. Se había quedado dormida. Ya estaba atardeciendo, el sol se escondía al frente, tras las verdes montañas.

Se dejó caer sobre la hierba y apoyó la espalda sobre el rugoso tronco del olmo, luego, se echó a reír.

Después de estar un rato admirando el paisaje, Alice se dio cuenta de que ya era tarde, recogió su cuaderno de la hierba, lo metió en la mochila y se encaminó hacia su casa.

Caminaba por una solitaria calle de piedra. Sus pasos sonaban por toda la calle, algo que no le hacía mucha gracia; siempre le había gustado ser silenciosa, como un gato. Se imaginó caminando en su mundo… ¿Estaría igual de sola allí? Una idea pasó por su mente. No tenía por qué ser así… tenía el poder de incluir en él lo que quisiera, era como una diosa ¿Y si creaba a alguien para ella? Era una buena idea y así, como aconsejó aquel chico, el amor no estaría excluido de su mundo pero… ¿Quién?

Se acordó de su sueño, que tan desagradablemente había sido interrumpido. Si ella quisiera, Ryuzaki podría existir ¿Por qué no? De todos modos se había quedado con ganas de conocerlo. Ilusionada, echó a correr hasta su casa. Allí, Yuki la esperaba hambrienta. Después de darle de comer, Alice fue a su cuarto, se sentó en su escritorio, cogió un bolígrafo y abrió su cuaderno. Dudó un poco, luego se puso a escribir en él y después dibujó a Ryuzaki, justo como aparecía en su sueño, aunque el trabajo fue un poco complicado, ya que los sueños nunca se recuerdan con claridad. Dibujó un chico de estatura media de cabello negro, liso y un poco despeinado, unos grandes ojos verdes y unos rasgos parecidos a los de David, pero a la vez diferentes.

Una vez terminado, Alice admiró su obra de arte… era bastante guapo.


¿Podía ser eso lo que le faltaba a su mundo?

Alice cerró el cuaderno y lo sostuvo en alto, mirándolo, pero no daba la más leve señal de vida. No se desanimó, estaba segura de que lo conseguiría, solo que… le faltaba algo que no conseguía averiguar. Dejó el cuaderno suavemente en el escritorio y miró por la ventana, esa noche había una luna llena preciosa. Había sido un día algo raro, además, había avanzado un poco con su proyecto. Eso le hacía sentirse de buen humor.

Se puso el pijama, luego fue a la biblioteca y paseó por delante de las enormes estanterías hasta encontrar el libro que buscaba; lo cogió y se dirigió de nuevo al dormitorio para leer un rato en la cama y luego meterse entre las sábanas a dormir.

martes, 3 de julio de 2012

Otro dibu del capítulo 8! -^.^-



Capítulo 8. Extraño encuentro


No tuvo ánimos para escribir en su cuaderno en todo el fin de semana, no quería que su pesar se colara en su mundo, esperaría a que se le pasase. En su lugar, cogió un autobús el sábado por la mañana y se fue a pasear a la ciudad más cercana. Mirando escaparates y comiendo helado, consiguió olvidarse por unas horas del tema que le molestaba, el repentino amor entre Judith y David, del que ella no había sabido nada hasta la noche anterior.

La situación no fue mejor durante la semana. En el instituto, los dos pasaban el recreo cogidos de la mano o hablando entre ellos todo el rato. Alice nunca había visto a David tan cariñoso, aquella relación lo estaba cambiando de algún modo.

Si antes se sentía un poco apartada, ahora esa sensación había crecido mucho más. Cuando estaban juntos, ellos intentaban prestarle atención a Alice, pero se notaba que era por educación, para que no se sintiera aislada. Finalmente, ella optó por quedarse en la biblioteca del instituto durante el recreo, así conseguía evadirse y pensar un rato sobre qué le faltaba a su mundo, algo a lo que nunca encontraba respuesta.

Para Alice, estar sola nunca había sido un problema, es más, prefería apartarse de la gente, se sentía más tranquila sin nadie alrededor, pero ahora se daba cuenta de que, después de haber conocido a David y a Judith, eso había cambiado. Por primera vez sentía la soledad como algo aburrido, agobiante… y triste.

Faltaba una semana para los exámenes finales, algo que a Alice le traía sin cuidado. Ese día, iba caminando sola hacia su casa después del instituto. Iba despacio, mirando al suelo, sin pensar en nada. Su mirada topó con algo reluciente que había en el suelo. Alice se detuvo y lo miró con detenimiento. Era una moneda dorada. La cogió y la sostuvo entre sus dedos, observándola. Nunca había visto una moneda así, pero le sonaba de algo, no sabía de qué. Tenía un enrevesado dibujo en una cara y una estrella en la otra.

Se guardó la moneda en el bolsillo, dispuesta a seguir su camino, pero se dio cuenta de que estaba parada delante de una cafetería, su cafetería preferida donde hacían los dulces más ricos de todo el pueblo. Incluso desde fuera se podía percibir el dulce olor a azúcar y café. Una sonrisita iluminó la cara de Alice. Tenía hambre y, aunque eran las dos de la tarde, eso no era ningún problema para ella. Caminó hacia la puerta y entró. Hacía tiempo que no pasaba por allí, pero dentro seguía reinando el mismo ambiente de siempre, cálido, dulce y acogedor. No había casi nadie, tan solo una pareja de jóvenes y un chico rubio de aspecto sereno que tomaba café en un rincón. Un camarero que había en la barra vio a Alice plantada en la puerta y la saludó.

-¡Eh, Alice! ¡Cuánto tiempo! ¿No? Ya te echábamos de menos.

Ella se acercó a la barra.

-Hola – Saludó, intentando sonreír un poco – No he tenido mucho tiempo últimamente.

-¿Qué vas a tomar?

Alice miró al mostrador, lleno de pasteles de todo tipo. Tras pensarlo un poco señaló hacia un trozo de pastel de chocolate.

-Ése, tiene muy buena pinta.

-Ahora mismo, señorita – El camarero lo sacó y se lo sirvió en un pequeño plato – Aquí tienes – Luego alguien lo llamó y se marchó de prisa - ¡Que aproveche! – Dijo desapareciendo por una puerta tras el mostrador.

Alice puso toda su atención durante un rato en saborear el delicioso pastel hasta que recogió con la cuchara la última miga de bizcocho del plato. Sin ganas de volver todavía a su casa, apoyó la cabeza en la mano y se quedó mirando las botellas de colores que había en una estantería detrás de la barra. Se le pasó por la cabeza la idea de sacar su cuaderno y seguir completando su mundo, pero en ese momento no tenía ganas de hacerlo. Miró hacia la pareja de jóvenes que había en una mesa cercana; se estaban besando cariñosamente en ese momento, parecían disfrutarlo bastante.

Alice puso cara de fastidio y desvió la mirada.

<<Cuando algo sale mal, parece que todas las cosas del mundo se ponen de acuerdo para que sea peor aún>> Pensó.

Alguien interrumpió las “reflexiones” de Alice, un chico se sentó a su lado.

-Hola, chica ¿Qué te ocurre? – Dijo él sonriendo amablemente.

Alice se sobresaltó y lo miró de reojo. Era el chico rubio que estaba sentado en un rincón de la cafetería cuando entró. Llevaba una fina camisa blanca y unos pantalones del mismo color, tendría unos veinte años. La estaba mirando con unos simpáticos ojos azules.

-¿Por qué debería decírtelo? – Dijo ella, sin intentar ocultar su mezcla de tristeza, soledad y mal humor.

- No pareces muy contenta – Dijo el chico sin dejar de sonreír – No me gusta ver a las damas con esa cara. Puedo intentar ayudarte.

Alice no dijo nada.

-¿Son problemas con el amor? Suele ser bastante fastidioso a veces– Insistió él, dando en el clavo.

Alice lo miró con sus grandes ojos turquesa, ese chico tenía algo raro.

-No puedes hacer nada con eso – Dijo, dando a entender que él había acertado.

- Tienes razón, esos problemas son complicados… las cosas no son tan fáciles como las pintan ¿Verdad?

-Ni tan bonitas – Añadió ella desanimada– Aunque no importa – De repente cambió de actitud - acabo de llegar a la conclusión de que no tengo que dejarme afectar por eso, es algo inútil y puedo vivir perfectamente sin ese irracional sentimiento.

El chico hizo un gesto negativo con la cabeza, aunque la sonrisa no se borró de su cara.

-No te equivoques. Aunque parezca que el amor no hace más que dar quebraderos de cabeza, no es algo inútil. Créeme, sirve para algo más que eso. Es algo misterioso, a veces parece bueno, otras veces malo… todo es relativo dependiendo del punto de vista en que se mire, pero aporta una chispa; las relaciones carecerían de sentido sin ello, el mundo sería insulso y aburrido  – Ésta vez sí dejó de sonreír, aunque su expresión seguía siendo amable-Alice, si yo creara mi propio mundo, ni siquiera consideraría la posibilidad de excluirlo de él.

Alice se sorprendió ¿La había llamado por su nombre?... ¿Su… mundo? No, era imposible que lo supiera… ¿O sí? Quizás sólo había sido un ejemplo.

<<En cualquier caso, esta vez no me pasará lo mismo que aquella vez con David, cuando di por supuesto que él hablaba de eso y al final me tomó por loca. Solemos creer que las cosas que pasan por nuestra cabeza también las piensan los demás, pero no es así>>.

El muchacho se miró el reloj y volvió a sonreír.

-Bueno, creo que ya es hora de irme, ha sido un placer conocerte – Se levantó del taburete y se despidió inclinando la cabeza.

-Adiós – Fue lo único que dijo Alice.

Él se dirigió a la puerta y la abrió. Antes de salir se volvió y le guiñó un ojo a Alice, luego se marchó cerrando la puerta tras él.

Alice se quedó un rato dándole vueltas a lo que había dicho aquel muchacho, luego pagó la cuenta y se fue, no sin antes despedirse del simpático camarero.

En lugar de ir hacia su casa, se dirigió al mirador; allí había un buen ambiente para pensar. Casi había llegado cuando se cruzó con David. Llevaba colgada la mochila del instituto.

-Hola – Saludó Alice.

-Hola – Dijo  David, parecía sentirse comprometido al haberla encontrado – Voy a estudiar con Judith… ¿Quieres venir?

-No – Contestó Alice sin siquiera pensarlo – Tengo cosas que hacer – Le enseñó su cuaderno.

David parecía molesto al verlo.

-Alice… ¿Todavía sigues con eso? Si te digo la verdad, me preocupas.

-Sigo, y seguiré con esto. Cuando lo consiga, te lo enseñaré y te darás cuenta de que puedes confiar en mí más de lo que lo haces, te darás cuenta de que hay algo más allá de eso que los humanos llamamos “realidad”. Hasta pronto.

Sin nada más que decir, Alice se alejó en dirección al mirador con aire triunfante.

-Adiós – Dijo David no muy convencido, sabiendo que Alice ya no lo oía, luego, siguió su camino.


Al pasar por la solitaria plaza del pueblo, algo llamó la atención de David. Cerca del antiguo edificio de piedra gris del ayuntamiento había una pequeña carpa de tela azul. No la había visto nunca antes; seguramente la habían puesto para la feria, faltaban sólo unas semanas. Se quedó mirándola. Sabía que no debía pararse, llegaría tarde a casa de Judith, pero había algo que le hacía sentirse atraído hacia ella y sin poderlo evitar se acercó. La entrada estaba cerrada con cortinas, pero entre ellas había una pequeña abertura; el interior estaba oscuro. David no supo si fue por la gran curiosidad que sintió repentinamente o porque alguien lo había empujado dentro, pero antes de darse cuenta, ya había traspasado las cortinas y se encontraba dentro de la oscura tienda. Sólo dos velas azules sobre una pequeña mesa cubierta con una tela blanca iluminaban la estancia. Cuando sus ojos se acostumbraron a la penumbra, David pudo distinguir una bola de cristal sobre la mesa y tras ella, una persona ataviada con un abrigo blanco, el gorro le cubría hasta los ojos. Parecía una vidente de esas que aparecen en las películas.

-Hola – Dijo el individuo, levantando la cabeza y mirando directamente a David con unos luminosos ojos azules.

Él se sobresaltó. Se había imaginado a una anciana arrugada, con largos pendientes, muchas joyas y las manos llenas de anillos, pero en su lugar había un muchacho joven y sonriente de aspecto amable. 

-Ho-hola – dijo David un poco cortado ¿Qué demonios estaba haciendo allí?

-Siéntate, por favor – Dijo el muchacho señalando un cojín que había en el suelo delante de David. En su mano llevaba un único anillo plateado con un reluciente cristal azul.

Éste obedeció y se sentó con las piernas cruzadas en el cojín.

-Y bien, si estás aquí será porque tienes alguna duda o preocupación que nadie te puede resolver, ¿me equivoco?

- Yo… no sé – Dijo David, realmente no sabía por qué estaba allí.

-No habrías entrado si no tuvieras algo que preguntarme.

David pensó en disculparse y salir corriendo, pero se acordó de su conversación con Alice. Nunca había creído en esas cosas, pero por probar…

-Bueno… puede que parezca una tontería pero hay algo que me preocupa.

-Adelante, cuéntamelo.

- Tengo una amiga… me cae muy bien y todo, pero a veces dice cosas extrañas… siempre lleva un cuaderno, dice que es su mundo, que va a conseguir abrir un portal hacia él mediante una runa y va a entrar en él… está dejando los estudios y todo sólo por eso. No es bueno que confunda la realidad con la fantasía de esa manera… ¿Sabes cómo puedo ayudarla?

El chico se quedó mirando a David mientras sonreía.

-¿Por qué descartas que lo que ella dice sea verdad?

-¿Verdad? ¡Es imposible! Sólo hace falta un poco de sentido común para darse cuenta de que no se puede entrar en un libro, una historia escrita con tinta no puede hacerse realidad, sólo son palabras en una hoja, no hay más que eso. Somos nosotros los que le damos sentido a las frases en nuestra cabeza, ellas por sí solas no pueden… formar un mundo… todo es imposible.

-Estás hablando de un simple libro, pero… ¿Qué me dices de la runa?

-¿Runa? Eso es… no tiene sentido, es imposible.

-Imposible. No dejas de repetir esa palabra. ¿Sabes? Hay pocas cosas imposibles en este mundo. Que nunca hayas visto algo no quiere decir que no exista.

<<Creo que he encontrado a otro chalado>> Dijo David para sí; estaba empezando a enfadarse, le daba la sensación de que se estaba quedando con él.

-Me lo dice un tío con una bola de cristal delante, dentro de una tienda de feria que sólo sirve para engañar a la gente y quedarse con su dinero. Por cierto, ¿Cuánto me vas a cobrar por esto?

El chico parecía divertirse mucho con lo que David acababa de decir.

-Vaya, vaya… te doy un consejo: Antes de comprar o hacer algo, pregunta cuánto cuesta ¿Y si ahora te dijera que mis servicios cuestan un pastón? No es algo que puedas devolver– Rió – Por suerte para ti, esto es gratis; no estoy aquí por la feria, ah, y la bola… sólo es para dar el pego.

- Me voy – Dijo David levantándose y apartando las cortinas.

- David – Dijo el chico antes de que él saliera.

David se volvió, lo había llamado por su nombre ¿Cómo…?

 – Confía – Le dijo.

Luego, salió dejando que las cortinas se cerraran tras él. Fuera, la luz hizo que tuviera que cerrar los ojos unos segundos, luego miró hacia la tienda. Todo había sido tan raro… parecía como si hubiera estado en un sueño extraño durante su estancia en la tienda. Un escalofrío le recorrió el cuerpo y se alejó corriendo de allí.