Ésta es la primera historia “larga” que he podido terminar, porque normalmente se quedan a medias, así que esto ya es un logro para mí -^.^-

Antes de empezar, me gustaría avisar de que No es una historia realista :P no concibo una historia sin fantasía! (Para realidad, ya tengo mi vida :3 creo que una historia sirve para evadirse, vivir aventuras que no puedes vivir en la vida real).

En nada se parece a las grandes historias que tanto me gustan, es sólo un intento de imitación, pero he hecho lo que he podido, quizás pueda mejorarla más adelante…

Me hubiera gustado crear un cómic o algo así, pero no me he atrevido (Sobre todo porque así había más posibilidades de que se quedara a medias), por eso le iré añadiendo dibujos. Así es como yo me he imaginado a los personajes y los lugares, pero cada uno es libre darle el aspecto que quiera, claro.

En fin, espero que os guste (dentro de lo que cabe... jeje)

Adelante! -^.^-

jueves, 12 de julio de 2012

Capítulo 9. Alguien para mí


Alice terminó de dibujar una línea en la portada de su cuaderno. El enrevesado dibujo que la adornaba se iluminó, luego, una luz blanca la deslumbró. Puso su mano sobre el dibujo, de repente, se sintió ligera como una pluma; sintió que podía volar, traspasar los objetos. Ya no había barreras materiales en el mundo. Abrió el cuaderno. En sus páginas ya no había palabras, ni frases, ni tinta… sólo imágenes, imágenes que se movían… era como mirar desde una ventana hacia el agua de un lago y tras el agua… un mundo nuevo.

Alargó la mano. Sus dedos rozaron el papel, pero ya no era papel. Unas suaves ondas, como las que hace el agua, distorsionaron la imagen. Retiró la mano y se fueron haciendo más tenues cada vez hasta desaparecer. Alice volvió a hacerlo, esta vez no sólo rozó la superficie con los dedos, sino que introdujo la mano entera en el papel líquido, después el brazo y notó que su cuerpo entero se sentía atraído hacia el cuaderno, como si algo tirase de ella desde el otro lado. Se sumergió. Todo a su alrededor eran manchas confusas, se sentía como si estuviera bajo el agua, pero podía respirar… no, no necesitaba respirar. Perdió la noción del tiempo mientras flotaba. Poco a poco, el medio acuoso se fue transformando el aire, las manchas se fueron definiendo hasta dibujar árboles, pájaros, nubes, un gato…  y Alice notaba su cuerpo cada vez más pesado. Era como si estuviera en una burbuja, hasta que el peso de Alice la rompió y notó de repente la gravedad tirar de ella hacia abajo. El suelo, cubierto de hierba, detuvo su caída, que no fue muy suave.

Alice observó a su alrededor; todo era normal, aunque tenía un cierto aire misterioso… y mágico. Era diferente. Al fijarse mejor en lo que había alrededor, descubrió que lo que antes había tomado por un gato, sentado tranquilamente a unos metros de ella, era en realidad un animal que no había visto nunca. Parecía un gato, sí, pero tenía alas, blancas y esponjosas, era de color azul y tenía también una cola de fuego… más bien parecía un pokémon. Alice se levantó de la hierba y se acercó a él despacio. Cuando estaba justo delante, decidida a tocarlo… la cara del animalillo empezó a cambiar de forma, las garras y los colmillos le crecieron; los ojos, antes verdes, se volvieron de color carmesí y su tamaño se multiplicó. Ahora era más grande que Alice. Levantó su enorme garra y la movió en dirección a Alice, el golpe la tiró al suelo. Cuando dejó de rodar por la hierba, se irguió como pudo y al mirar hacia arriba, tenía a la criatura delante, preparada para saltar sobre ella. Buscó desesperadamente algo a su alrededor, un palo, una piedra, algo…pero no tenía nada con lo que protegerse. El  enorme bicho se impulsó con sus fuertes patas traseras y cuando estaba en el aire… alguien se interpuso entre él y Alice. Llevaba una gran espada, con la que acabó con la criatura rápidamente, que nada más caer al suelo con gran estruendo, desapareció en una nube de polvo dorado. 

Al volverse, Alice advirtió que la persona de la espada era… ¿David?... No, no era David, pero se le parecía mucho, podían pasar perfectamente por hermanos. Los rasgos de su cara eran casi idénticos, sólo que David tenía el pelo más claro y sus ojos eran de color marrón oscuro, mientras que los de este chico eran verdes y brillantes. Él le tendió una mano, Alice la tomó y se levantó del suelo.

-Gracias – Dijo ella.

- Es un placer – Dijo él – Mi nombre es Ryuzaki. Estoy aquí para protegerte y…

Ryuzaki se acercó más a Alice, la cogió por la cintura y, ante su sorpresa… la besó en los labios…


Notaba aún los húmedos labios de Ryuzaki sobre los suyos y su cabello haciéndole cosquillas en la cara. Estaba confusa. Abrió los ojos, pero tardó unos segundos en darse cuenta…

-¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAH!!!!!!!! – Gritó, levantándose rápidamente y espantando a la cabra que tenía delante, luego se frotó la boca con energía. La peluda cabra blanca le había lamido la cara mientras dormía.

Oía risas tras ella. Miró en esa dirección y vio unos metros más allá a un anciano con una boina y un bastón, rodeado por un rebaño de cabras y ovejas; se estaba riendo a carcajadas.

-¡Tranquila, muchacha! ¡Mis cabras no van a comerte! – Dijo entre risas. Luego silbó y se alejó despacio mientras sus perros guiaban al rebaño tras él.

Alice se quedó unos segundos mirando al rebaño, frotándose aún los labios con el dorso de la mano. Después miró al suelo, bajo el tronco del gran olmo del mirador, donde estaba su cuaderno abierto y el bolígrafo sobre la hierba. Se había quedado dormida. Ya estaba atardeciendo, el sol se escondía al frente, tras las verdes montañas.

Se dejó caer sobre la hierba y apoyó la espalda sobre el rugoso tronco del olmo, luego, se echó a reír.

Después de estar un rato admirando el paisaje, Alice se dio cuenta de que ya era tarde, recogió su cuaderno de la hierba, lo metió en la mochila y se encaminó hacia su casa.

Caminaba por una solitaria calle de piedra. Sus pasos sonaban por toda la calle, algo que no le hacía mucha gracia; siempre le había gustado ser silenciosa, como un gato. Se imaginó caminando en su mundo… ¿Estaría igual de sola allí? Una idea pasó por su mente. No tenía por qué ser así… tenía el poder de incluir en él lo que quisiera, era como una diosa ¿Y si creaba a alguien para ella? Era una buena idea y así, como aconsejó aquel chico, el amor no estaría excluido de su mundo pero… ¿Quién?

Se acordó de su sueño, que tan desagradablemente había sido interrumpido. Si ella quisiera, Ryuzaki podría existir ¿Por qué no? De todos modos se había quedado con ganas de conocerlo. Ilusionada, echó a correr hasta su casa. Allí, Yuki la esperaba hambrienta. Después de darle de comer, Alice fue a su cuarto, se sentó en su escritorio, cogió un bolígrafo y abrió su cuaderno. Dudó un poco, luego se puso a escribir en él y después dibujó a Ryuzaki, justo como aparecía en su sueño, aunque el trabajo fue un poco complicado, ya que los sueños nunca se recuerdan con claridad. Dibujó un chico de estatura media de cabello negro, liso y un poco despeinado, unos grandes ojos verdes y unos rasgos parecidos a los de David, pero a la vez diferentes.

Una vez terminado, Alice admiró su obra de arte… era bastante guapo.


¿Podía ser eso lo que le faltaba a su mundo?

Alice cerró el cuaderno y lo sostuvo en alto, mirándolo, pero no daba la más leve señal de vida. No se desanimó, estaba segura de que lo conseguiría, solo que… le faltaba algo que no conseguía averiguar. Dejó el cuaderno suavemente en el escritorio y miró por la ventana, esa noche había una luna llena preciosa. Había sido un día algo raro, además, había avanzado un poco con su proyecto. Eso le hacía sentirse de buen humor.

Se puso el pijama, luego fue a la biblioteca y paseó por delante de las enormes estanterías hasta encontrar el libro que buscaba; lo cogió y se dirigió de nuevo al dormitorio para leer un rato en la cama y luego meterse entre las sábanas a dormir.

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