Ésta es la primera historia “larga” que he podido terminar, porque normalmente se quedan a medias, así que esto ya es un logro para mí -^.^-

Antes de empezar, me gustaría avisar de que No es una historia realista :P no concibo una historia sin fantasía! (Para realidad, ya tengo mi vida :3 creo que una historia sirve para evadirse, vivir aventuras que no puedes vivir en la vida real).

En nada se parece a las grandes historias que tanto me gustan, es sólo un intento de imitación, pero he hecho lo que he podido, quizás pueda mejorarla más adelante…

Me hubiera gustado crear un cómic o algo así, pero no me he atrevido (Sobre todo porque así había más posibilidades de que se quedara a medias), por eso le iré añadiendo dibujos. Así es como yo me he imaginado a los personajes y los lugares, pero cada uno es libre darle el aspecto que quiera, claro.

En fin, espero que os guste (dentro de lo que cabe... jeje)

Adelante! -^.^-

jueves, 9 de agosto de 2012

Capítulo 11. Un problema


Alice corría lo más rápido posible entre la multitud. Era verdad que iba a perder el autobús si no se daba prisa. Estuvo a punto de llevarse por delante a un niño pequeño y por poco se cae a una fuente que había en mitad de la plaza, pero al final llegó a la parada justo cuando el autobús iba a arrancar; tuvo que gritarle al conductor para que no se fuera sin ella. Una vez dentro, se sentó en uno de los asientos de atrás. No podía borrar la sonrisa de su cara, estaba tan contenta…

<<Realmente parezco tonta>> Pensó, mirando a su alrededor. Nunca entendía por qué la gente estaba tan seria y silenciosa en los autobuses ¿No era divertido desplazarse a un lugar diferente? <<Pero me da igual, ¡Qué poco me queda para estar aquí! Aunque… estos últimos días están siendo interesantes, al final se me va a hacer difícil abandonar este mundo. Siempre pasa igual, empiezas a pasarlo bien cuando tienes que irte…>>.

El resto del viaje estuvo pensando en qué haría una vez que pasara el portal hacia su mundo. Echaría de menos a David y a Judith… pero seguro que también conocería gente nueva e interesante, y a Ryuzaki.

En cuanto se abrieron las puertas de autobús, Alice dio un brinco y salió corriendo del autobús directa a su casa. Una vez allí no le faltó tiempo para ir rápidamente a su cuarto y coger el cuaderno, que tenía guardado bajo la almohada. Se sentó en su escritorio y colocó el cuaderno cerrado sobre él. Estuvo un rato observándolo detenidamente.

<<Simbolizar un sentimiento, simbolizar un sentimiento…>> Repetía Alice en su cabeza.

De repente, cogió un bolígrafo plateado y comenzó a dibujar algo sobre el símbolo ya escrito sobre la portada del cuaderno. Estaba “dibujando” la palabra amor, pero sin letras, mediante una serie de líneas retorneadas que se entrelazaban con las otras líneas ya existentes, dando lugar a un dibujo complicado… y muy bonito. Realmente no sabía qué estaba haciendo, sólo se dejaba llevar por su instinto. Finalmente acabó con un trazo en forma de estrella en el centro del dibujo. En cuanto terminó, el símbolo completo emitió una luz blanca, que luego se extinguió.

 -¡Lo tengo!, ¡Lo tengo!, ¡¡Lo tengo!!

Alice se levantó del escritorio y comenzó a dar saltos de alegría, ante la asustada mirada de Yuki, que descansaba sobre la cama. Se sentía eufórica, capaz de hacer cualquier cosa.

-¿Y ahora qué? ¿Debería irme ya? ¿Espero unos días?... ¿Debería… avisar a David, al menos? Aunque ya sé que no me creerá… creo que es mejor no decirle nada, al menos así no nos despediremos enfadados…

Alice salió de la habitación, para dar una última vuelta por su casa antes de irse, aunque no la dejaría para siempre, en su mundo había creado otra casa igual a ésa con los mismos objetos, todo igual, incluso había creado una copia del cuaderno y la había escondido en un lugar seguro, por si había que cambiar algo, pero aún así… daba un poco de pena. Visitó todas las habitaciones, incluso aquellas en las que hacía años que no entraba, fue también al jardín y al invernadero, uno de sus lugares preferidos. Había diseñado nuevas plantas para el invernadero de su mundo, sería precioso.

Cuando volvió a su cuarto, algo llamó su atención. Había dejado la puerta cerrada, sin embargo, ahora estaba abierta. Un ruido en la biblioteca la sobresaltó, era el piano…

-¿Yuki? – Dijo Alice saliendo a la biblioteca y desviando la vista hacia el piano – ¡¡¡AAAH!!!

Había una persona tocando el piano. Iba vestida de negro, con una capucha. Al oír a Alice se volvió para mirarla. Ella no sabía decir si era hombre o mujer, pues llevaba cubierta incluso la cara, sólo se le veían los ojos, unos ojos muy curiosos; uno era de color azul intenso y el otro, verde esmeralda, que se clavaron en ella, produciéndole un escalofrío. Iba ataviada como… ¿un ninja?

-¿¡Quién narices eres!? ¿¡Qué estás haciendo en mi casa!? – Le dijo Alice una vez que se recuperó del susto.

- He venido a este mundo a cumplir una misión, pero no he podido evitar entretenerme un rato con esto – Respondió el extraño. Su voz era la de un hombre joven. Habló en un idioma que no era inglés ni español, pero Alice lo conocía perfectamente y pudo entenderle sin problemas… lo había inventado ella.

- ¿Este… mundo? ¿¡Has salido de…!? – Preguntó Alice señalando al cuaderno, desde allí podía verlo abierto sobre la mesa de su dormitorio.

-En efecto, pero ya no puedo entretenerme más, tengo una misión que cumplir– El hombre se levantó y se dirigió a la puerta.

-¡Eh! ¡Espera! – Gritó Alice al ver que se dirigía a la puerta de la biblioteca - ¿Qué misión? ¡Por lo menos infórmame! ya que sales y entras a tu antojo por mi mundo y por mi casa…

El hombre la miró.

-Así que tú eres Alice ¿No? Te felicito, tienes a Ryuzaki loco por ti – Rió – Me ha contratado para acabar con un tal… David. No aguanta que lo prefieras a él.

Alice estaba desconcertada, no sabía qué hacer. Por un lado, sintió que sus mejillas se encendían ¿Qué sabía aquel tío sobre sus sentimientos? Pero no duró mucho, pronto la sangre huyó de su rostro. Quería acabar con David.

-Pero… ¿¡Estás loco!? ¡¡No puedes hacer eso!! ¡Es… mi amigo!

-No es nada personal, chica, yo sólo estoy contratado por Ryuzaki así que, mejor háblalo con él. Me ofrecí a esta misión porque tenía ganas de ver este mundo, era una buena aventura, aunque… creo que será la última vez que trabajo para alguien, es mejor hacer las cosas por tu cuenta – Se encogió de hombros – Pero ya que me va a pagar y me ha salido gratis venir hasta aquí, no voy a irme sin cumplir mi misión, pobre Ryuzaki ¿No?

-Pero¿¿¡¡Sabes lo que estás diciendo!!?? ¿¡Que lo hable con él!? ¡¡Lo dices como si fuera un pequeño problema sin importancia!! ¡¡¡Es la vida de mi amigo!!! – Alice, enfadada caminó hasta colocarse delante del nombre, con los brazos en jarras. Vio que el extraño llevaba una espada colgada de la cintura, pero no le hizo el menor caso. Cuando la rabia te controla, ya no te importa nada. Agarró un paraguas del paragüero que tenía detrás y apuntó con él al extraño - ¡¡Pues yo te lo voy a impedir!!

Él suspiró resignado y algo divertido.

-¿Eso es un paraguas?- Le dijo a Alice, quien se sintió un poco ridícula, pero eso era mejor que nada ¿No? - Supongo que no puedo hacerte daño, o Ryuzaki querrá matarme a mí y no tengo muchas ganas de jaleos… - Dijo, acercándose más a Alice, quien dio varios pasos hacia atrás, aún con el paraguas en punta.   

El extraño esquivó un paraguazo y le quitó la peculiar arma de las manos de un rápido movimiento, extendió un brazo y agarró a Alice, ésta empezó a moverse y a soltar patadas y manotazos en todas direcciones, pero no consiguió soltarse. El hombre no era especialmente musculoso, pero tenía una fuerza increíble. La sujetó bajo el brazo, como si fuera un cachorro y caminó con ella hasta el cuarto de la cama, era humillante. Metió a Alice en el cuarto de un empujón que la hizo caer al suelo y cerró la puerta. Mientras ella daba patadas a la puerta desde en otro lado, él cogió una cuerda que llevaba colgada y ató un extremo fuertemente al pomo y el otro a una ventana para evitar que Alice pudiera abrir la puerta, luego, salió de la biblioteca como si nada hubiera pasado.

Alice no sabía qué hacer. Desesperada, se lanzaba contra la puerta y le daba patadas con todas sus fuerzas, pero sólo consiguió romper el pomo y hacerse daño. Se sentó en el suelo a punto de llorar.

<<No puedo rendirme y dejar a ese loco suelto por ahí… si a David le pasa algo, será culpa mía>> Miró el cuaderno, abierto sobre el escritorio << ¿Y si lo destruyo? No, ha sido mucho trabajo y no sé si de esa manera desaparecería el ninja… ¡¡Debe haber otro modo!!>> Paseó la mirada por toda la habitación hasta fijarla en las espadas que había colgadas en la pared, cerca de la cama <<¿Por qué no? Siempre he tenido ganas de usarlas…>>.

Se levantó rápidamente y caminó hacia allí. Tuvo que ponerse de puntillas para poder llegar hasta ellas. Agarró el mandoble, pero en cuanto lo sacó del soporte, sus brazos no pudieron sostenerlo y cayó al suelo, rompiendo el parquet, a pesar de que Alice lo tenía agarrado por la empuñadura. Era demasiado pesado, apenas podía levantarlo.

-¡Porras! ¡Cómo pesa!

Lo soltó y volvió a extender los brazos para coger la katana. También pesaba un poco, pero era muchísimo más ligera que el mandoble. Se la sujetó en el cinturón, luego, se subió al escritorio para abrir la ventana y salir por ella, no había mucha altura hasta el suelo. Saltó al jardín, era de noche y estaba oscuro, pero la luz de la luna permitía ver. Por suerte, seguía allí entre los matorrales la bicicleta que nunca utilizaba, un poco oxidada y cubierta de telarañas. La sacó de allí, se montó y empezó a pedalear hacia la casa de David tan rápido como las ruedas deshinchadas le permitían. Se veía un poco cutre, pero era más rápido que ir corriendo.

<<Seguro que el tío ese es muy rápido, pero no sabe dónde está su casa, le costará un rato buscarla… así tengo algo de ventaja>> Pensó Alice, mientras pedaleaba bajo la luz de las farolas.

Ya se veía la casa de David a lo lejos. Todo parecía tranquilo. Alice, jadeando, dejó tirada la bicicleta delante de la puerta del jardín. Al levantar la vista hacia la ventana del cuarto de David, ahogó una exclamación. Una sombra negra acababa de entrar por la ventana.

<<Es él>> Alice notaba los rápidos latidos de su corazón. Reconocía que estaba asustada, en los libros y las películas, las cosas parecen más fáciles, sin embargo, ni siquiera se lo pensó; saltó la valla del jardín y trepó hasta subir a un gran árbol, en ese pueblo la gente acostumbraba a tener árboles grandes en sus jardines, algo que a Alice le vino de perlas esa noche. Desde allí pudo saltar al tejado y luego descolgarse hasta la ventana de David. Se coló en la habitación silenciosamente. Estaba muy oscuro, pero vislumbró la silueta del ninja levantando su espada para luego dejarla caer sobre David, que yacía plácidamente dormido en su cama.

Alice pudo ver la sorpresa en los azules ojos del ninja al colisionar su katana con la de ella, provocando un fuerte ruido metálico cuando estaba a sólo unos centímetros de David.

-Tú… - Dijo, claramente sorprendido.

- Sí, yo. ¿Creías que me iba a quedar de brazos cruzados esperando a que te cargues a mi amigo? No te lo permitiré. Tú no puedes hacerme daño, pero nada me impide que yo te lo haga a ti – Dijo Alice decidida, sorprendiéndose a sí misma. La rabia la dominaba, se lanzó contra él con su katana en alto. No habría hecho este movimiento, dejando al descubierto su cuerpo si no tuviera la certeza de que él no le atacaría, no le interesaba hacerlo.

El hombre encapuchado se hizo a un lado y esquivó el golpe de Alice, ésta se dio la vuelta rápidamente y volvió de nuevo a la carga con la espada apuntando directamente a él. El ninja detuvo la estocada con el filo de su katana, también tenía unos reflejos impresionantes. Con un rápido movimiento desarmó a Alice, su espada salió volando hacia un rincón de la habitación. Ella se quedó quieta, desconcertada, con la katana del ninja rozando su cuello. De pequeña, cuando vivía en Inglaterra, iba a clases de esgrima y era de las mejores, pero nunca había visto nada igual.

-Si vuelves a entrometerte, te mataré. Que Ryuzaki quiera acabar conmigo después de hacerlo es sólo una pequeña molestia que, sin duda, podré solucionar solo – Le dijo el hombre, con su penetrante mirada fija en ella y sin dejar de apuntarla con la espada.

Pero Alice no hizo el menor caso, lanzó una fuerte patada a la mano del ninja que empuñaba la espada, ésta, por unos momentos quedó suspendida en el aire y luego fue a parar a la mano de Alice quien, sin pensárselo dos veces, la hundió en el vientre del desconcertado ninja. Éste, con los ojos como platos, miró hacia abajo y luego a Alice, incrédulo. Cayó de rodillas al suelo y unos segundos después se desplomó.

Alice, pálida y temblorosa, se quedó mirando la escena. Caminó hacia el rincón para recuperar su espada, no sabía lo que podía pasar, pero poco después, el hombre empezó a desaparecer, como si su cuerpo perdiera consistencia, como un holograma… hasta que no quedó nada de él, sólo un charco de sangre en el suelo, que se ennegreció, transformándose en tinta y después desapareció también. Alice sabía que nunca se habría atrevido a hacer eso si no supiera lo que iba a pasar. Si alguien del mundo inventado muere en el mundo real, sólo vuelve a su mundo original; no ocurre lo mismo al revés.

-¿Alice? – Dijo una voz tras ella.

Alice se volvió. Era David, se había despertado.

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