Ésta es la primera historia “larga” que he podido terminar, porque normalmente se quedan a medias, así que esto ya es un logro para mí -^.^-

Antes de empezar, me gustaría avisar de que No es una historia realista :P no concibo una historia sin fantasía! (Para realidad, ya tengo mi vida :3 creo que una historia sirve para evadirse, vivir aventuras que no puedes vivir en la vida real).

En nada se parece a las grandes historias que tanto me gustan, es sólo un intento de imitación, pero he hecho lo que he podido, quizás pueda mejorarla más adelante…

Me hubiera gustado crear un cómic o algo así, pero no me he atrevido (Sobre todo porque así había más posibilidades de que se quedara a medias), por eso le iré añadiendo dibujos. Así es como yo me he imaginado a los personajes y los lugares, pero cada uno es libre darle el aspecto que quiera, claro.

En fin, espero que os guste (dentro de lo que cabe... jeje)

Adelante! -^.^-

jueves, 23 de febrero de 2012

Capítulo 2. Alice


Sonó el despertador. David, sacó el brazo de las sábanas y lo buscó a tientas, apenas podía abrir los ojos. No había dormido mucho, se acostó tarde pensando en lo que había ocurrido el primer día de instituto y en cómo iba a conseguir que Alice le dejara sentarse en su sitio; no podía rendirse así tan fácilmente, todos tenían que saber que él conseguía lo que quería, pero no se le ocurrió nada.

Se vistió, desayunó y se fue al instituto, aún adormilado. Mientras caminaba por la calle seguía dándole vueltas al tema de Alice y su sitio ¿Cómo iba a recuperar su antiguo lugar?

<<Los enemigos más peligrosos, a veces, son los amigos… - Empezó a pensar David – es más fácil negarle algo a un enemigo que a un amigo… quizás pueda ganarme su confianza y cuando crea que somos “amigos”, le pediré que me devuelva mi sitio…, al menos, ésa es mi debilidad… puedo hacerme el antipático con las personas con las que no tengo confianza, pero con los amigos me es imposible, espero que a Alice le ocurra lo mismo>>.

Entró en la clase dispuesto a hablar con Alice. Desde la puerta, lo primero que hizo fue mirar al fondo, buscando a la chica gótica pero en su lugar, bueno, sí que estaba Alice pero iba completamente diferente al día anterior, casi no la reconocía. Se había recogido el pelo en dos coletas altas, adornadas con pequeños lazos que le daban un aire infantil; su ropa también había cambiado, ahora llevaba un vestido rosa, cortito y adornado con volantes. Estaba sentada encima de la mesa leyendo un libro que tenía entre las manos, como de costumbre.

David se quedó quieto en la puerta, observándola casi sin darse cuenta. Era tan diferente al resto de los alumnos de la clase…

Alguien le tocó por detrás y David se sobresaltó. Había llegado el profesor de Biología.
Por fin sonó el timbre que indicaba que había llegado la hora del recreo. David guardó sus libros y sacó el desayuno. Al mirar hacia la puerta de la clase vio que Alice ya estaba saliendo, resaltaba entre el resto de la clase. Tenía que hablar con ella para llevar a cabo su “plan”. Se dirigía a la salida cuando Judith se interpuso en su camino, tan simpática y enérgica como siempre.

-Eh, David ¿Vamos a la cafetería? Dicen que la han reformado este año.

-Pues… vale.

Si ella hubiera sido otra persona, le habría dicho secamente que no, pero Judith era casi su única amiga, le caía muy bien y no podía hacerse el antipático con ella, así que terminó tomando un refresco mientras charlaba con Judith en la nueva cafetería de instituto.

-¿Has visto cómo va hoy esa chica, Alice? Es bastante… rara ¿Verdad? – Preguntó Judith mientras miraba su vaso de Coca Cola.

-Todo el mundo habla de ella, sigo pensando que sólo quiere llamar la atención. Aunque, de alguna manera, es interesante ¿No? No todos los días se ve gente así.

-Es verdad – Contestó Judith riendo – Así podemos jugar a adivinar qué estilo lleva ella cada día.

David rió también.

-Ah, quería decirte que esta tarde voy a hacer un pastel con mi madre, si quieres venir a pasar el rato y probarlo, estupendo ¿Te animas?- Preguntó Judith.

-Me gusta la idea, aunque no sé a qué hora iré, nos han mandado muchos deberes… ¿Vas a estar en tu casa toda la tarde?

-Sí, ven cuando quieras. Bueno, no más tarde de las 9 de la noche – Judith rió de nuevo, era tan alegre… - También podemos jugar al nuevo Zelda que me he comprado para la Wii.

David asintió.

Terminaron su refresco, dieron una vuelta por el patio y volvieron a clase otra vez.

Cuando salieron del instituto, David caminó con Judith hasta la calle en la que tenían que tomar direcciones diferentes para ir a sus respectivas casas, Judith se despidió y se fue a paso ligero por su calle. Él se quedó en el cruce, observándola. Cuando iba a mitad de la calle, ella se volvió y agitó la mano sonriente, David lo hizo también y siguió andando al frente. Entró en una calle con el suelo de piedra flanqueada de pequeñas casitas grises, muchas de ellas cubiertas de hiedra, algo típico de aquel pueblo y el tejado de pizarra muy inclinado, para las nevadas del invierno. Poco después, las casas daban paso a un pequeño río que cruzaba por allí y el camino se convertía en un puente de madera, allí ya no había casas, por miedo al que el río se las llevase en alguna de sus crecidas. Había otro camino más corto para llegar a su casa pero a David siempre le gustaba pasar por allí, le gustaba el olor del río, la hierba, los árboles… además, las vistas eran preciosas, había un mirador más adelante desde donde se podían observar todas las montañas de alrededor. David se dirigió hacia allí y se extrañó al ver desde lejos a alguien sentado bajo un árbol que había al lado del mirador, nadie solía ir por allí. Al acercarse más, descubrió que se trataba de Alice.

<<Ella otra vez, cómo no. Para una vez que consigo quitármela de la cabeza… bueno, así podré hablar con ella de una vez>> Pensó David mientras se acercaba.

Se plantó delante de ella, quien levantó la vista de su libro, pero no dijo nada. Fue David quien habló primero.

-Hola.

-Hola.

-¿Qué haces aquí?

-Leer.

- A mí me gusta leer, pero cuando estoy aquí prefiero disfrutar de las vistas – Dijo él sentándose en la hierba al lado de Alice.

-¿Qué quieres?

-Mira, creo que ayer empezamos mal… sólo quiero hablar contigo un rato.

Ella cerró su libro y miró a David con sus ojos de color turquesa.

-Te llamabas David ¿Verdad?

Él asintió.

-¿A ti también te gusta este lugar? – Preguntó ella de nuevo.

-Sí, siempre que vengo del instituto paso por aquí y me quedo un rato.

-Yo lo descubrí anoche, estaba buscando un buen sitio para leer, porque en mi casa hay demasiado silencio, di un paseo por el pueblo y al final terminé aquí. Es perfecto.

-Siempre estás leyendo.

-Sí, es… una forma de alejarme de la tediosa realidad, cada vez que abro un libro, me sumerjo en él, olvido que soy de este mundo y paso como a formar parte del mundo del libro… hay tantas historias bonitas y emocionantes en los libros. A veces me dan envidia los personajes de las historias, viven aventuras emocionantes mientras yo estoy aquí, aburriéndome y lo único que puedo hacer es abrir un libro e imaginarme que soy uno de ellos.

-Vaya – Es lo único que pudo decir David después de aquella explicación.

-Nunca pasa nada emocionante aquí, todos los días lo mismo, el instituto, deberes, comes, duermes y otra vez a empezar… y cuando te haces adulto es peor todavía.

Hubo un rato de silencio, los dos se quedaron mirando las montañas. Finalmente, David miró a Alice.

-Oye, ¿No te molesta que en el instituto todos hablen y se rían de ti? Por tu estilo de ropa, me refiero.

-No. Yo me pongo lo que me gusta, no lo que los demás vean normal, es aburrido llevar siempre el mismo estilo ¿No te parece? Además, seguro que muchas personas no se han aburrido estos días gracias a mí, así tienen algo de lo que hablar y reírse.

David miró su reloj.

-Vaya, voy a tener que irme pronto, ¿A ti no te están esperando tus padres?

-Mis padres no están aquí, vivo sola.

-¿Eh?

- Mis padres se divorciaron hace tiempo, no les importaba nada que no fuera su trabajo. Mi padre se fue a trabajar a Estados Unidos y mi madre, a Japón. Como me falta un año para cumplir los dieciocho, me han dejado vivir sola y yo he decidido venir a vivir aquí. Mi familia tiene muchas casas por todo el mundo, pero éste es el lugar más tranquilo que hay, ya que igualmente no va a pasar nada interesante en ninguna otra parte, al menos aquí puedo leer tranquila.

-Wow, ¡Debe ser genial vivir sola! Puedes hacer lo que quieras, sin nadie que te regañe ni te diga lo que hay que hacer. Aunque… ¿No te sientes sola a veces?

- Nunca me ha gustado estar con la gente, prefiero estar yo sola, pero ahora que lo dices… hay veces que me gustaría charlar un poco con alguien.

- ¿Y dónde vives?

 Alice miró hacia el pueblo y señaló a las casas más altas.

-En aquella casa grande.

David siguió la dirección de su dedo y vio una casa muy grande de piedra gris, con algunas enredaderas. Desde allí no se podían apreciar más detalles, pero David la conocía.

-¿¡Allí!? ¡Es enorme! Aún me acuerdo, cuando estábamos en sexto curso y todos decían que era una casa fantasma, nadie quería acercarse. Debe de estar bien vivir allí –Exclamó David y miró su reloj por segunda vez – Uf, yo me voy ya, o mi madre me echará la bronca.

-¿Quieres venir esta tarde a ver mi casa? – Preguntó Alice mientras David se levantaba del suelo.

A David le sorprendió la pregunta. Alice parecía un poco distante y ahora de repente, lo invitaba a su casa. Estuvo a punto de aceptar, pero se acordó de que había quedado con Judith esa tarde.

-Es que esta tarde he quedado con  Judith, la chica que se sienta a tu lado. Lo siento.

-No importa, ven mañana si quieres.

- Vale – David se agachó y cogió su mochila del suelo, luego miró a Alice, quien cogía su libro y lo abría delicadamente, con cariño. Se notaba que disfrutaba con aquello. Luego se dio la vuelta y se fue corriendo a su casa.

Sus padres no se habían enfadado demasiado, cuando David llegó a su casa estaban poniendo la mesa, sólo su madre le advirtió con un <<Haber si no nos entretenemos tanto por ahí ¿Eh?>> y se pusieron a comer.

Después, llegó la parte que a David menos le gustaba, hacer los deberes. Subió a su cuarto, cogiendo de camino la mochila que había soltado en las escaleras al llegar y se puso manos a la obra. No le gustaba nada hacer aquello, pero era necesario. Lo mejor era que no le costaba mucho estudiar, para él era sólo una pequeña molestia que había que quitarse de en medio para seguir con lo suyo. Hasta ahora, había sido el mejor de su clase.

Terminó pronto, pasó por el salón a avisar a sus padres de que se iba y se encaminó a casa de Judith. Al pasar por el cruce donde se despedían todos los días él y Judith, miró hacia la calle que casi siempre cogía, donde estaba el mirador, preguntándose si Alice seguiría allí. Reprimió el impulso de ir a comprobarlo.

La casa de Judith era pequeña, pero tenía un jardín bastante grande donde David y ella siempre jugaban de pequeños, tenía las ventanas y la puerta de color azul y un pequeño porche que cubría la puerta de entrada. Parecía la casa de un cuento.


Dentro, le esperaba  Judith con un pastel de chocolate recién hecho. Estaba delicioso. Comieron juntos mientras escuchaban música en el cuarto de Judith, tan bonito como el resto de la casa. Tenía las paredes pintadas de rosa y el suelo de madera clara con una gran alfombra mullida en el centro donde siempre se sentaban frente a la televisión; la cama, de color azul, estaba repleta de peluches.

-¿Sabes? Mañana no voy a ir al instituto – Comentó Judith.

-¿Por qué?

-Porque voy al dentista – Contestó ella riendo – Me he acordado ahora que he pensado en el pastel.

-Ah, pues a mí me ha invitado Alice a su casa.

-¿¡Eh!? ¿¡Alice!? – Judith se sorprendió mucho.

-Sí, me la encontré cuando volvía a mi casa del instituto y estuvimos hablando.

-¿Qué te dijo?

-Pues, al parecer vive sola, en la “Casa Encantada” ¿Te acuerdas de esa casa?

-Sí… ten cuidado.

-No creerás todavía en eso ¿Verdad?

-No es eso, es sólo que esa chica… es muy rara y ahora me dices que vive sola allí… da un poco de yuyu ¿No crees?

-No te preocupes, además, parece una buena persona.

No parecía que a Judith le hiciera mucha gracia lo que David acababa de decirle.

-Bueno – Dijo Judith levantándose de repente y recogiendo los platos del pastel ya acabado de la alfombra – Voy a llevar esto a la cocina, ve encendiendo la Wii ¿Vale?
-Ok.

Estuvieron toda la tarde jugando, dando “espadazos” con el mando de la consola y riendo a carcajadas.

Casi al anochecer, David se despidió y volvió a su casa. Fue un día divertido. 


sábado, 4 de febrero de 2012

Capítulo 1. Primer día de clase


David subía la calle que llevaba al instituto, mirando al suelo y muy despacio, como si quisiera alargar lo máximo posible sus últimos minutos de vacaciones. El peso de la mochila lo agobiaba y el murmullo de los demás estudiantes que subían por la misma calle hacían que aumentase su mal humor.

Era 15 septiembre y ya hacía un poco de frío, algo normal en aquel pueblo de montaña gallego. El cielo estaba nublado, a punto de llover. El aire traspasaba la fina camisa negra de David y le revolvía el cabello castaño oscuro.

<<Parece que fue ayer cuando era 24 de junio y salíamos todos tan contentos pensando en lo que íbamos a hacer estas vacaciones… y ahora, ya estoy otra vez subiendo esta maldita calle, de camino al instituto donde volveré a ver a la misma gente pesada de todos los años, donde volveré a pasar mañanas enteras mirando por la ventana y sintiendo envidia de los gatos del tejado>> Iba pensando mientras veía que sus pasos le conducían irremediablemente hasta el edificio que había al final de la calle.


Entró por la puerta del patio delantero del instituto y miró hacia la puerta del edificio. Casi toda la gente ya había entrado. Caminó hacia allí y, antes de entrar, se miró rápidamente en el cristal de la puerta. Tenía el aspecto que había procurado tener antes de salir de casa. El pelo le caía casi hasta los ojos, tenía una mirada seria y su ropa le hacía parecer un chico duro, lo suficiente como para que sus compañeros de clase no le molestasen con tonterías. Una vez comprobado esto, siguió adelante por el pasillo hasta encontrar la clase de 2º de bachillerato, en la segunda planta. Al menos, tendrían buenas vistas.


Al entrar, pasó la mirada por toda la clase, que estaba llena de estudiantes andando de un lado a otro o en grupos riendo y comentando entre ellos. Nadie pareció reparar en su presencia. Después miró al final de la clase, a la mesa que había al lado de la ventana donde él solía sentarse en todas las clases. Iba a sentarse allí también ese año pero, para su sorpresa, aquel sitio estaba ocupado. Había una chica sentada, mirando por la ventana.










¿Cómo no se había fijado antes en ella? Llamaba bastante la atención. Tenía el pelo largo por delante pero por detrás sólo le llegaba hasta la nuca, un corte de pelo curioso, además, era de color marrón claro con las puntas levemente teñidas de rosa. Llevaba una diadema negra y una gargantilla. Su ropa también era negra, parecía… gótica o algo así. David no había visto nunca antes a esa chica.

Miró de nuevo a la clase en general y se dio cuenta de que, lo que todos estaban comentando era, seguramente, el aspecto de aquella chica nueva. Hablaban en grupos mirándola de vez en cuando, tan descaradamente, se dijo David, que si él hubiera estado en el lugar de la chica, se habría levantado y se habría ido de la clase (claro que él nunca llamaría la atención de esa manera para que todos comentaran sobre él), pero ella no parecía advertirlo, o quizás no le importaba. Parecía tan tranquila…

<<Tengo que recuperar mi sitio>> Pensó David <<Si no me impongo desde el principio, me pisotearán>>.

Cruzó la clase hasta llegar hasta donde estaba la chica y se plantó frente a ella. Esta vez, los demás sí parecieron verlo y muchos dejaron de hablar para quedársele mirando fijamente y ver qué iba a hacer. Pero la chica nueva no le hizo el menor caso, no movió ni un músculo, como si nadie se hubiese acercado a ella. David se quedó unos minutos allí delante, mirándola fijamente. Al final, decidió hablar.

-Ese sitio es mío.

Ella levantó el rostro y lo miró por primera vez. Era bastante guapa. Tenía los ojos grandes, de un color azul turquesa. David esperaba que ella se asustara, se avergonzara, o algún gesto de disculpa… pero se quedó mirándolo como si nada.

-No he visto ningún cartelito de “reservado” ni nada - Se limitó a decir ella.

David se quedó desconcertado, no estaba acostumbrado a que le plantasen cara.

-Sé que eres nueva, pero deberías saber que todos los años me siento yo ahí.

-Pues este año seré yo quien se siente, me gusta este sitio.

-Levántate.

-No quiero.

-¿Me has oído? Que te levantes - David estaba empezando a enfadarse pero, de algún modo, sabía que no podía hacer nada contra aquella chica, a este paso iba a arruinar su imagen y todos verían que él no era tan duro como parecía.

Alguien agarró a David del brazo y él se volvió. Era Judith, una chica rubia, alta, con los ojos marrones y el pelo rizado, una de las pocas personas amigas de David. Parecía preocupada.

-Déjala, ¿Y si te echa mal de ojo?- Le dijo al oído, tirando de él hacia atrás.

-¿Qué dices? No es una bruja,  Judith, se cree que con esas pintas va a dar miedo…

En ese momento, una mujer de unos 30 años, morena, con el pelo corto y gafas entró en la clase. Llevaba unos pantalones vaqueros, una rebeca blanca y un maletín colgado del hombro. Cruzó por delante de la pizarra hasta la mesa del profesor y dejó el maletín encima. Después, miró a toda la clase. Algunos alumnos ya se había sentado y otros aún estaban con lo suyo. Ni David ni Judith se habían dado cuenta de que había entrado.

-Silencio, por favor. Sentaos en vuestro sitio- Dijo la profesora en voz alta.

Todos dejaron de hablar, David y Judith se sorprendieron y miraron hacia la profesora, que les hizo un gesto para que fueran a su sitio. David no tuvo más remedio que sentarse en el sitio que había delante de su antigua mesa, que estaba libre y  Judith se colocó, muy a su pesar, en la mesa de al lado de la chica. Una vez se hubo sentado, David dedicó una mirada amenazadora a la chica de atrás, pero ella no se inmutó. Luego, volvió a mirar a la profesora.

-Hola, me llamo Elena y soy vuestra tutora este año. Lo primero, os vais a presentar uno por uno ¿Vale? Me decís vuestro nombre, edad, lo que os gusta hacer, lo que os gustaría estudiar… ya me entendéis ¿No? Empezad por allí.

<<Parece simpática>> Pensó David.

A continuación, como había dicho la profesora, todos los alumnos se fueron presentando. David conocía ya a la mayoría, casi todos eran los mismos compañeros del año anterior y aquello se le hizo algo aburrido hasta que le tocó hablar a él, que era el penúltimo. Nunca le había gustado presentarse en clase, sobre todo por aquella pregunta de “¿Qué quieres estudiar?”… porque no lo sabía, no tenía ni idea de qué quería estudiar.

-Soy David Lemus Guzmán, tengo diecisiete años, me gusta hacer deporte…- En realidad, le gustaba hacer muchas cosas más, pero nadie tenía por qué saber más cosas sobre él- Y quiero estudiar derecho – Mentira, solía decir eso para evitarse la típica conversación con el profesor y para no parecer un idiota indeciso, pero no sabía qué quería y eso era algo que le preocupaba, tenía que decidirse ya.

-Mmm, derecho; eso es difícil. Sacarás buenas notas ¿no?- Contestó la profesora sonriendo – Muy bien y, por último… tú, chica – Dijo señalando a la nueva. David sentía curiosidad por ver qué decía.

-Me llamo Alice White Clark, me gusta leer, dibujar, hacer deporte, viajar… y algunas cosas más que no creo que sea conveniente decir. No sé lo que quiero estudiar, ni siquiera sé si voy a hacer una carrera.

David se quedó sorprendido, tanto por el nombre, evidentemente extranjero, como por su sinceridad al dejar claro lo que no quiere decir y sus dudas respecto al futuro, tan parecidas a las de él.
También los demás se quedaron algo desconcertados. Unos aguantaban risitas, otros hablaban en voz baja con sus compañeros y otros se quedaron en silencio.

-Vaya, no eres de aquí ¿Verdad? De España, me refiero – Preguntó Elena, seguramente también sorprendida. Abrió su maletín y sacó la lista de alumnos, para comprobar el nombre.

-No, soy de Gran Bretaña. Me he mudado aquí este verano – Contestó Alice; a pesar de ser inglesa no tenía ningún acento.

-¿Y no sabes qué quieres estudiar?
Alice negó con la cabeza.

-Pero tienes que decidirte, este es tu último año de instituto, luego pasarás a la universidad y… ¿De verdad no tienes nada en mente? ¿Algo que te guste?

-No.

-Pero… ¿Crees que podrías sacar algo? Es decir, ¿se te da bien estudiar? ¿Qué tal las notas?

-De maravilla.

-Entonces, no puedes dejar los estudios, no todo el mundo tiene la suerte de poder decir eso de sus notas.

-Lo sé.

David suspiró. <<Menos mal que no he dicho yo que no me había decidido aún, precisamente eso es lo que quiero evitar…>>.

-Bueno pues, espero que consigas decidirte a lo largo de este curso – Dijo Elena, dando por terminada su conversación con Alice y dirigiéndose a todos los alumnos – Bien, ahora voy a poner el horario en la pizarra para que lo copiéis, aunque no sé si dará tiempo…

El resto del día transcurrió como todos los años el primer día de curso: profesores entrando y saliendo, presentándose y preguntando nombres, dictando listas de material…

David volvía de vez en cuando la cabeza para mirar a Alice y ella siempre estaba mirando distraídamente por la ventana o leyendo un libro. Aquella chica le inquietaba.

A la salida la vio de lejos, con su libro bajo el bazo, pero pronto fue engullida por el remolino de gente que se dirigía hacia la puerta, después, David se encontró con Judith y los dos caminaron juntos hasta su casa conversando sobre las vacaciones de verano, las impresiones de los profesores y… de la chica tan rara que se había sentado en el sitio de David.