Ésta es la primera historia “larga” que he podido terminar, porque normalmente se quedan a medias, así que esto ya es un logro para mí -^.^-

Antes de empezar, me gustaría avisar de que No es una historia realista :P no concibo una historia sin fantasía! (Para realidad, ya tengo mi vida :3 creo que una historia sirve para evadirse, vivir aventuras que no puedes vivir en la vida real).

En nada se parece a las grandes historias que tanto me gustan, es sólo un intento de imitación, pero he hecho lo que he podido, quizás pueda mejorarla más adelante…

Me hubiera gustado crear un cómic o algo así, pero no me he atrevido (Sobre todo porque así había más posibilidades de que se quedara a medias), por eso le iré añadiendo dibujos. Así es como yo me he imaginado a los personajes y los lugares, pero cada uno es libre darle el aspecto que quiera, claro.

En fin, espero que os guste (dentro de lo que cabe... jeje)

Adelante! -^.^-

miércoles, 14 de marzo de 2012

Capítulo 4. Desengaño



Al día siguiente Alice no fue al instituto ¿Le habría pasado algo? ¿Se habría dormido? ¿Estaría cuidando al gato? David se sorprendió mientras pensaba posibles razones sobre por qué no había ido.

<<¿Y a mí qué me importa? Sólo la conozco desde hace dos días ¿Desde cuándo me preocupo yo por las personas que acabo de conocer?... Aunque tengo que reconocer que ayer, después de todo, me divertí bastante con ella>> Pensó.

Judith se interesó por lo que había hecho con Alice el día anterior y, cómo no, se alarmó al ver los arañazos de su cara y le hizo cientos de preguntas a David, al igual que los profesores que lo veían, era un tostón.

Alice tampoco fue al instituto en toda la semana. Quizás había cogido la gripe al salir de la piscina el día que David estuvo en su casa. Fueron unos días aburridos, siempre que él miraba hacia atrás, el asiento de Alice estaba vacío. Por la tarde, para matar el aburrimiento, David y Judith quedaban para dar una vuelta por ahí, ver una película juntos, o jugar a los videojuegos en casa de Judith, eso siempre era agradable.


El sábado por la mañana, tras un tedioso rato de estudio, David cogió su móvil del escritorio y llamó a Judith para quedar y hacer algo.

-¡Buenos días! – Contestó ella con su típico buen humor que siempre hacía a David sentirse mejor.

- Hola, ¿Quedamos para hacer algo?

-Es que dentro de un rato voy a Lugo de compras con mis padres… ¿Quieres venir?

-Mmm… no, da igual, luego nos vemos esta tarde.

-Como quieras, luego te llamo cuando vuelva ¿Vale?

-Ok, adiós.

David colgó el teléfono y lo dejó encima de la cama desanimado. Miró su portátil que descansaba en una balda que había colgada sobre la cama, no tenía nada que hacer en internet. Luego paseó la mirada por la estantería llena de libros que había enfrente, se acercó, cogió uno de ellos que ya había leído y lo abrió. Entonces, se acordó de Alice. Podía ir a visitarla, aunque tampoco es que le importase mucho…


Al final terminó cruzando su jardín y llamando a la puerta de la casa de Alice. Esperó un rato pero nadie abría la puerta, se dio la vuelta y empezó a bajar los escalones del porche. Mientras bajaba, oyó abrirse la puerta.

-¿David?- Dijo Alice sorprendida.

Él miró hacia atrás. Allí estaba ella, mirándolo desde la puerta, vestida con uno de sus curiosos atuendos, esta vez algo más moderno. El gato blanco se asomaba entre sus piernas.

-Creía que no estabas aquí – Dijo él volviendo a subir hasta la puerta.

-¿Qué haces aquí?

-¿Debería irme?

-No, no, es que no te esperaba.

- Sólo he venido porque… como hace una semana que no vienes a clase…

- Miró hacia otro lado intentando parecer que no le importaba demasiado lo que estaba diciendo – Pasaba por aquí y me ha entrado curiosidad, creía que te habías ido o algo.

Alice sonrió y David sintió que se sonrojaba un poco, ¿No creería que se estaba preocupando por ella?

-Pasa, tengo algo que enseñarte – Alice agarró a David de la mano y lo atrajo hacia dentro, cerrando la puerta después.

Luego lo guió estirando de él hasta la biblioteca y después entraron a la pequeña habitación hexagonal en la que había estado David la semana anterior. El gato blanco estaba encima de la cama, mirándolos. David le dirigió una mirada asesina y el gato se limitó a bostezar perezosamente.

-Éste es un pequeño dormitorio que me monté yo aquí, arriba me sentía un poco sola y me gusta estar cerca de mis libros, así que me traje aquí la cama.

<<Ya conozco este sitio>> Dijo David para sí mismo.

-Mira esto – Fue hasta el escritorio y le mostró algo, parecía muy contenta.

David se acercó y vio que sobre el escritorio había un cuaderno con la portada de color negro, adornada en la parte de arriba con unas letras de color azul metálico con bonito diseño. Ponía: “Alice’s World”.

-¿Es el libro que ibas a escribir? – Preguntó David.

Alice asintió con orgullo.

-No es sólo un libro, es mi mundo, mi nuevo mundo, lleno de aventuras, de cosas por descubrir ¡Será maravilloso!

- ¿Por eso no has venido al instituto estos días? ¿Estabas escribiéndolo?

-Claro.

- Pero, no puedes hacer eso, los profesores llamarán a tus padres si faltas demasiado tiempo…

-A mis padres no les importo – Una sombra de tristeza cruzó el rostro de Alice – Además, cuando termine mi mundo todo habrá acabado, desapareceré de aquí para vivir una nueva vida.

-¿Qué quieres decir? – Preguntó David extrañado, no entendía lo que Alice acababa de decir ¿A dónde se iba?

-Lo he encontrado, la manera de entrar – Contestó ella, nuevamente entusiasmada.

-¿Dónde? – Cada vez le resultaba más difícil adivinar de qué hablaba Alice.

Sin hacerle caso, ella siguió hablando.

-Los símbolos ¿No lo habías pensado? Tienen un poder ancestral, son muy poderosos, me puse contentísima cuando encontré la solución, sólo tenemos que averiguar el símbolo correcto para que abra…

-¿¡Qué estás diciendo!? – David cortó a Alice bruscamente, quien se sobresaltó.

-Tú me dijiste que era posible – Dijo ella un poco preocupada.

-¿El qué? – David estaba perdiendo la paciencia.

-Que podía… - Alice hizo una pausa, como si recordara algo - Oh, dios mío - Se le quebró la voz, ahora parecía estar a punto de llorar, era como si hubiese construido una torre hasta el cielo y se le hubiese derrumbado entera en un momento – El otro día… ¿te referías a…? Un simple libro, un mundo escrito, sólo eso ¿Verdad?

-Alice… - David seguía sin entender nada, no se imaginaba de qué podía estar hablando ella, qué había entendido de lo que él dijo aquella vez.

-Perdona entonces, cuando dijiste aquello, yo había estado pensando en la posibilidad de crear un nuevo mundo dentro de un libro y luego abrir de alguna manera un portal hacia él, llevaba mucho tiempo dándole vueltas a eso y había estado pensando en ello antes de que tu llegaras… entonces, cuando dijiste de crear un mundo… sólo pude pensar en que tú también creías que eso era posible.

-No creerás eso de verdad ¿No? – David no daba crédito a lo que oía, no sabía qué decir. Si era verdad que Alice creía eso, no estaba muy cuerda.

-Claro que lo creo. Y aunque fuese un malentendido, me he dado cuenta de que sí es posible hacerlo y lo voy a hacer – Alice parecía muy decidida.

- Alice, eso es imposible – David se acercó a ella, le puso las manos en los hombros y la miró con seriedad – Es imposible.

Ella se sacudió y le apartó a David las manos bruscamente.

-Eres idiota, igual que todos – Dijo ella enfadada.

David se quedó perplejo.

-¿¡No te das cuenta de que la idiota estás siendo tú!?¡Actúas como una niña pequeña!

- ¿Qué harías si supieras cómo crear tu propio mundo y entrar en él? ¿Ni siquiera lo probarías, sólo porque crees que es imposible? ¿¡Acaso no es eso de ser idiota!? – Ella lo miraba fijamente con los ojos llorosos y llenos de rabia.

David no pudo aguantarlo más, le dio la espalda a Alice y salió por la puerta a paso ligero dejando a Alice sola en su cuarto, con el rostro sombrío.

-Estás como una chota – Fue lo único que dijo antes de salir de la biblioteca y dirigirse hacia la entrada para irse de allí.



Alice tampoco fue al instituto el día después, pero al siguiente sí estaba allí, aunque no le dirigió la palabra a David, ni siquiera lo miraba, al igual que él a ella, como si no existiera el uno para el otro. David no le contó nada de lo sucedido a Judith, quería olvidarlo todo, olvidar aquella locura de una vez.

Pasaron los días y todo seguía igual, incluso el día de Halloween, cuando Judith se decidió a hablar con Alice e invitarla a ella y a David a su casa a ver una película de miedo; los dos fueron, pero se ignoraron y Judith no se dio ni cuenta, para ella todo iba de maravilla. David a veces pensaba que Judith tenía el don de pasar por alto lo más obvio.

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