Al día siguiente Alice no fue
al instituto ¿Le habría pasado algo? ¿Se habría dormido? ¿Estaría cuidando al
gato? David se sorprendió mientras pensaba posibles razones sobre por qué no
había ido.
<<¿Y a mí qué me importa?
Sólo la conozco desde hace dos días ¿Desde cuándo me preocupo yo por las
personas que acabo de conocer?... Aunque tengo que reconocer que ayer, después
de todo, me divertí bastante con ella>> Pensó.
Judith se interesó por lo que
había hecho con Alice el día anterior y, cómo no, se alarmó al ver los arañazos
de su cara y le hizo cientos de preguntas a David, al igual que los profesores
que lo veían, era un tostón.
Alice tampoco fue al instituto
en toda la semana. Quizás había cogido la gripe al salir de la piscina el día
que David estuvo en su casa. Fueron unos días aburridos, siempre que él miraba
hacia atrás, el asiento de Alice estaba vacío. Por la tarde, para matar el
aburrimiento, David y Judith quedaban para dar una vuelta por ahí, ver una
película juntos, o jugar a los videojuegos en casa de Judith, eso siempre era
agradable.
El sábado por la mañana, tras
un tedioso rato de estudio, David cogió su móvil del escritorio y llamó a
Judith para quedar y hacer algo.
-¡Buenos días! – Contestó ella
con su típico buen humor que siempre hacía a David sentirse mejor.
- Hola, ¿Quedamos para hacer
algo?
-Es que dentro de un rato voy a
Lugo de compras con mis padres… ¿Quieres venir?
-Mmm… no, da igual, luego nos
vemos esta tarde.
-Como quieras, luego te llamo
cuando vuelva ¿Vale?
-Ok, adiós.
David colgó el teléfono y lo
dejó encima de la cama desanimado. Miró su portátil que descansaba en una balda
que había colgada sobre la cama, no tenía nada que hacer en internet. Luego
paseó la mirada por la estantería llena de libros que había enfrente, se
acercó, cogió uno de ellos que ya había leído y lo abrió. Entonces, se acordó
de Alice. Podía ir a visitarla, aunque tampoco es que le importase mucho…
Al final terminó cruzando su
jardín y llamando a la puerta de la casa de Alice. Esperó un rato pero nadie
abría la puerta, se dio la vuelta y empezó a bajar los escalones del porche.
Mientras bajaba, oyó abrirse la puerta.
-¿David?- Dijo Alice
sorprendida.
Él miró hacia atrás. Allí
estaba ella, mirándolo desde la puerta, vestida con uno de sus curiosos
atuendos, esta vez algo más moderno. El gato blanco se asomaba entre sus
piernas.
-Creía que no estabas aquí –
Dijo él volviendo a subir hasta la puerta.
-¿Qué haces aquí?
-¿Debería irme?
-No, no, es que no te esperaba.
- Sólo he venido porque… como
hace una semana que no vienes a clase…
- Miró hacia otro lado
intentando parecer que no le importaba demasiado lo que estaba diciendo –
Pasaba por aquí y me ha entrado curiosidad, creía que te habías ido o algo.
Alice sonrió y David sintió que
se sonrojaba un poco, ¿No creería que se estaba preocupando por ella?
-Pasa, tengo algo que enseñarte
– Alice agarró a David de la mano y lo atrajo hacia dentro, cerrando la puerta
después.
Luego lo guió estirando de él
hasta la biblioteca y después entraron a la pequeña habitación hexagonal en la
que había estado David la semana anterior. El gato blanco estaba encima de la
cama, mirándolos. David le dirigió una mirada asesina y el gato se limitó a
bostezar perezosamente.
-Éste es un pequeño dormitorio
que me monté yo aquí, arriba me sentía un poco sola y me gusta estar cerca de
mis libros, así que me traje aquí la cama.
<<Ya conozco este
sitio>> Dijo David para sí mismo.
-Mira esto – Fue hasta el
escritorio y le mostró algo, parecía muy contenta.
David se acercó y vio que sobre
el escritorio había un cuaderno con la portada de color negro, adornada en la
parte de arriba con unas letras de color azul metálico con bonito diseño. Ponía:
“Alice’s World”.
-¿Es el libro que ibas a escribir?
– Preguntó David.
Alice asintió con orgullo.
-No es sólo un libro, es mi
mundo, mi nuevo mundo, lleno de aventuras, de cosas por descubrir ¡Será
maravilloso!
- ¿Por eso no has venido al
instituto estos días? ¿Estabas escribiéndolo?
-Claro.
- Pero, no puedes hacer eso,
los profesores llamarán a tus padres si faltas demasiado tiempo…
-A mis padres no les importo –
Una sombra de tristeza cruzó el rostro de Alice – Además, cuando termine mi
mundo todo habrá acabado, desapareceré de aquí para vivir una nueva vida.
-¿Qué quieres decir? – Preguntó
David extrañado, no entendía lo que Alice acababa de decir ¿A dónde se iba?
-Lo he encontrado, la manera de
entrar – Contestó ella, nuevamente entusiasmada.
-¿Dónde? – Cada vez le
resultaba más difícil adivinar de qué hablaba Alice.
Sin hacerle caso, ella siguió
hablando.
-Los símbolos ¿No lo habías
pensado? Tienen un poder ancestral, son muy poderosos, me puse contentísima
cuando encontré la solución, sólo tenemos que averiguar el símbolo correcto
para que abra…
-¿¡Qué estás diciendo!? – David
cortó a Alice bruscamente, quien se sobresaltó.
-Tú me dijiste que era posible
– Dijo ella un poco preocupada.
-¿El qué? – David estaba
perdiendo la paciencia.
-Que podía… - Alice hizo una
pausa, como si recordara algo - Oh, dios mío - Se le quebró la voz, ahora parecía
estar a punto de llorar, era como si hubiese construido una torre hasta el
cielo y se le hubiese derrumbado entera en un momento – El otro día… ¿te referías
a…? Un simple libro, un mundo escrito, sólo eso ¿Verdad?
-Alice… - David seguía sin
entender nada, no se imaginaba de qué podía estar hablando ella, qué había
entendido de lo que él dijo aquella vez.
-Perdona entonces, cuando
dijiste aquello, yo había estado pensando en la posibilidad de crear un nuevo
mundo dentro de un libro y luego abrir de alguna manera un portal hacia él,
llevaba mucho tiempo dándole vueltas a eso y había estado pensando en ello
antes de que tu llegaras… entonces, cuando dijiste de crear un mundo… sólo pude
pensar en que tú también creías que eso era posible.
-No creerás eso de verdad ¿No?
– David no daba crédito a lo que oía, no sabía qué decir. Si era verdad que
Alice creía eso, no estaba muy cuerda.
-Claro que lo creo. Y aunque fuese
un malentendido, me he dado cuenta de que sí es posible hacerlo y lo voy a
hacer – Alice parecía muy decidida.
- Alice, eso es imposible –
David se acercó a ella, le puso las manos en los hombros y la miró con seriedad
– Es imposible.
Ella se sacudió y le apartó a
David las manos bruscamente.
-Eres idiota, igual que todos –
Dijo ella enfadada.
David se quedó perplejo.
-¿¡No te das cuenta de que la
idiota estás siendo tú!?¡Actúas como una niña pequeña!
- ¿Qué harías si supieras cómo
crear tu propio mundo y entrar en él? ¿Ni siquiera lo probarías, sólo porque
crees que es imposible? ¿¡Acaso no es eso de ser idiota!? – Ella lo miraba
fijamente con los ojos llorosos y llenos de rabia.
David no pudo aguantarlo más,
le dio la espalda a Alice y salió por la puerta a paso ligero dejando a Alice
sola en su cuarto, con el rostro sombrío.
-Estás como una chota – Fue lo
único que dijo antes de salir de la biblioteca y dirigirse hacia la entrada
para irse de allí.
…
Alice tampoco fue al instituto
el día después, pero al siguiente sí estaba allí, aunque no le dirigió la
palabra a David, ni siquiera lo miraba, al igual que él a ella, como si no
existiera el uno para el otro. David no le contó nada de lo sucedido a Judith,
quería olvidarlo todo, olvidar aquella locura de una vez.
Pasaron los días y todo seguía igual, incluso el día
de Halloween, cuando Judith se decidió a hablar con Alice e invitarla a ella y
a David a su casa a ver una película de miedo; los dos fueron, pero se
ignoraron y Judith no se dio ni cuenta, para ella todo iba de maravilla. David
a veces pensaba que Judith tenía el don de pasar por alto lo más obvio.
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