Cada vez hacía mejor tiempo, aunque llovía bastante.
Los días se iban haciendo más largos y cada vez había más que estudiar, se
acercaban los exámenes finales.
David y Judith apenas tenían tiempo de dar un paseo, en
cambio, a Alice no le importaban los exámenes, estaba segura de que su proyecto
funcionaría y ella ya no estaría allí para cuando llegaran esas fechas. Había
conseguido descubrir poco a poco el símbolo que abriría la puerta a su mundo,
pero… le faltaba algo. Pasaba días enteros dando vueltas por la biblioteca
intentando descubrir qué era, pero no lo conseguía.
Judith, David y Alice salían del instituto. Judith
suspiró.
-Hoy no tengo ganas de estudiar, ¡llevo unas semanas
que no salgo para nada! Creo que hoy voy a descansar… ¿Os apetece hacer algo
esta tarde?
- Me apetece hacer de todo menos estudiar – Contestó
David.
-¿Queréis venir a mi casa a ver una película o jugar a
la Wii? Es viernes – Propuso Judith.
- Sí, hace tiempo que no hacemos nada de eso ¿Eh? Echo
de menos las tardes muertas jugando a Zelda– Dijo David.
-Podéis venir a mi casa, así estaremos solos – Dijo
Alice.
-Vale, me llevaré la Wii, las películas y los juegos
¡Por fin una buena tarde! – Dijo Judith contenta.
Al final, estuvieron toda la tarde jugando a la consola
en la biblioteca de Alice, que siempre usaba como salón, compitiendo por ver
quién mataba antes a los malos. Casi siempre ganaba David, era muy bueno usando
el mando como si fuese una espada. Luego estuvieron cantando con otro juego de
karaoke y riéndose visitando pueblos de otros jugadores en Animal Crossing.
-Bueno, ¿Cenamos? – Dijo Judith, ya bastante tarde.
- ¡Es verdad!, la cena – Dijo David riendo – Si no lo
dices, ni me acuerdo.
-¿Voy a por una pizza al bar de la esquina? – preguntó
Alice.
-Vale, te acompaño –Dijo David levantándose del sofá,
pero Judith lo cogió de la mano.
-David… ¿Te puedes quedar conmigo? Es que quedarme sola
en esta casa… tengo que admitir que me da un poco de yuyu – Judith parecía un
poco avergonzada.
David se quedó callado sin saber qué hacer. Alice se
dio cuenta de su compromiso.
-No te preocupes, está muy cerca. Vuelvo en un momento.
Alice salió de la biblioteca, cogió dinero del bolsillo
de un abrigo que había colgado en el perchero y salió a la calle. Fuera no
había nadie, la calle estaba vacía.
<<Cuando me vaya a mi mundo>> Pensó
mientras caminaba <<Seguro que echaré de menos estos buenos ratos…
siempre empiezas a divertirte cuando queda poco tiempo>>.
Cuando llegó a la pizzería, los camareros y algunas
personas se le quedaron mirando, como de costumbre, aunque esta vez Alice iba
vestida más o menos normal, quizás era por eso, ya la conocían y no estaban
acostumbrados a verla con ropa “normal”.
Alice pidió la pizza y tuvo que esperar un rato
mientras la hacían. Se preguntó qué estarían haciendo David y Judith solos. Al
rato salió el camarero con la pizza y tres Coca Colas.
Cuando Alice llegó a su casa, cerró despacio la puerta
y entró al pasillo que llevaba a la biblioteca. La bolsa de los refrescos se le
escurría de las manos y tuvo que parar delante de la puerta para sujetarla
mejor.
-David… - Oyó que decía Judith.
-¿Qué? – Le contestó David.
-Hay algo que quería decirte desde hace tiempo…
Alice, que iba a entrar, no pudo evitar quedarse en
silencio detrás de la puerta. Sabía que no debía hacerlo, pero la curiosidad...
-¿Qué es?
Hubo silencio.
- Le verdad es que estaba esperando que tú me lo
dijeras, pero… no puedo esperar más.
-¿A qué te refieres?
-Me da corte decírtelo, pero... me gustas.
Alice reprimió una exclamación. No se imaginaba a
Judith diciéndole eso a David.
Al ver que David no decía nada, Judith siguió.
-Siempre has sido mi mejor amigo, pero desde hace un
tiempo he empezado a verte como algo más que un amigo… ¿A ti te pasa lo mismo?
-No lo sé… - David era un poco tímido a veces y se
notaba que esa situación le resultaba realmente incómoda. Empezaban a arderle
las mejillas.
Judith se acercó a David, se sentó a su lado y luego se
inclinó hacia él, despacio, cerrando los ojos hasta posar sus labios sobre los
de David. Él no se apartó, cerró también los ojos y le respondió con ternura.
Cuando se separaron, los dos se ruborizaron y Judith rió nerviosamente.
-David… ¿Te gustaría que fuéramos… novios?
Alice aguantó la respiración, ¿Qué le diría? De alguna
manera, ya lo sabía. No había visto lo que acababa de pasar, pero se lo
imaginaba.
David dudó un momento.
-Sí – Dijo finalmente.
Un nudo se formó en la garganta de Alice y empezó a
notar que se le humedecían los ojos. Sí, David le gustaba, no había querido
admitirlo pero ahora se daba cuenta; era inútil luchar contra los sentimientos.
Dio media vuelta, alejándose de la biblioteca y volvió
al portal sin hacer ruido. Allí, dejó la bolsa en el suelo, abrió la puerta de
la calle y la volvió a cerrar, ésta vez más fuerte para que David y Judith
pudieran oírla y creyeran que Alice acababa de entrar. No quería que supieran
que había estado escuchando, era más fácil así. Se secó los ojos con la manga
de su camiseta, cogió la bolsa y volvió a la biblioteca, esta vez sí entró.
-¡Hola! Ya estoy de vuelta– Dijo sonriendo al entrar.
-Hola – Respondieron David y Judith al unísono.
Alice se acercó a la mesa y soltó la pizza y la bolsa
de los refrescos, luego se sentó en el sillón. Judith alargó el brazo y abrió
la caja de la pizza mientras Alice sacaba su Coca-Cola de la bolsa y la abría.
-Mmmm ¡Qué bien huele! – Exclamó Judith.
Estuvieron cenando mientras veían una película, que no
les dio tiempo a acabar porque ya era muy tarde y David y Judith tenían que
irse. Cuando se despidieron, ya en la puerta de la calle, y Judith dio media
vuelta para irse, pareció acordarse de algo, y con una amplia sonrisa, se
volvió de nuevo y miró a Alice.
-¡Ah! ¿Sabes qué? – Dijo Judith contenta. Alice ya se
imaginaba qué iba a decirle - ¡David y yo estamos saliendo!
-¿Sí? – Dijo Alice fingiendo sorpresa. No tenía
práctica en fingir, pero fue creíble. Miró a David como esperando una
confirmación por su parte, éste se sonrojó, sonrió tímidamente y asintió – ¡Eso
es genial! Espero que os vaya muy bien.
Judith asintió complacida.
-Bueno, ¡hasta pronto! – Dijo ella cogiendo a David de
la mano y alejándose con él.
Alice se quedó sola en la puerta con la mirada triste
y perdida entre la hierba del jardín, luchando contra las lágrimas que pugnaban
por salir. Era una sensación extraña; por una parte, sentía rabia, como si
hubiese perdido una partida, pero por otra parte se sentía algo aliviada, así
sería más fácil… sabía que aunque no hubiera estado Judith allí, ella nunca le
hubiera dicho nada a David, a pesar de su lanzada personalidad. Sin embargo, la
rabia y la tristeza eran más fuertes que el alivio… otra vez volvía a sentir
como si no encajara allí, como si no fuera lo suficientemente buena para
gustarle a nadie… ni siquiera a sus padres.
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