Ésta es la primera historia “larga” que he podido terminar, porque normalmente se quedan a medias, así que esto ya es un logro para mí -^.^-

Antes de empezar, me gustaría avisar de que No es una historia realista :P no concibo una historia sin fantasía! (Para realidad, ya tengo mi vida :3 creo que una historia sirve para evadirse, vivir aventuras que no puedes vivir en la vida real).

En nada se parece a las grandes historias que tanto me gustan, es sólo un intento de imitación, pero he hecho lo que he podido, quizás pueda mejorarla más adelante…

Me hubiera gustado crear un cómic o algo así, pero no me he atrevido (Sobre todo porque así había más posibilidades de que se quedara a medias), por eso le iré añadiendo dibujos. Así es como yo me he imaginado a los personajes y los lugares, pero cada uno es libre darle el aspecto que quiera, claro.

En fin, espero que os guste (dentro de lo que cabe... jeje)

Adelante! -^.^-

lunes, 18 de junio de 2012

Capítulo 7. Declaración



Cada vez hacía mejor tiempo, aunque llovía bastante. Los días se iban haciendo más largos y cada vez había más que estudiar, se acercaban los exámenes finales.

David y Judith apenas tenían tiempo de dar un paseo, en cambio, a Alice no le importaban los exámenes, estaba segura de que su proyecto funcionaría y ella ya no estaría allí para cuando llegaran esas fechas. Había conseguido descubrir poco a poco el símbolo que abriría la puerta a su mundo, pero… le faltaba algo. Pasaba días enteros dando vueltas por la biblioteca intentando descubrir qué era, pero no lo conseguía.


Judith, David y Alice salían del instituto. Judith suspiró.

-Hoy no tengo ganas de estudiar, ¡llevo unas semanas que no salgo para nada! Creo que hoy voy a descansar… ¿Os apetece hacer algo esta tarde?

- Me apetece hacer de todo menos estudiar – Contestó David.

-¿Queréis venir a mi casa a ver una película o jugar a la Wii? Es viernes – Propuso Judith.

- Sí, hace tiempo que no hacemos nada de eso ¿Eh? Echo de menos las tardes muertas jugando a Zelda– Dijo David.

-Podéis venir a mi casa, así estaremos solos – Dijo Alice.

-Vale, me llevaré la Wii, las películas y los juegos ¡Por fin una buena tarde! – Dijo Judith contenta.


Al final, estuvieron toda la tarde jugando a la consola en la biblioteca de Alice, que siempre usaba como salón, compitiendo por ver quién mataba antes a los malos. Casi siempre ganaba David, era muy bueno usando el mando como si fuese una espada. Luego estuvieron cantando con otro juego de karaoke y riéndose visitando pueblos de otros jugadores en Animal Crossing.

-Bueno, ¿Cenamos? – Dijo Judith, ya bastante tarde.

- ¡Es verdad!, la cena – Dijo David riendo – Si no lo dices, ni me acuerdo.

-¿Voy a por una pizza al bar de la esquina? – preguntó Alice.

-Vale, te acompaño –Dijo David levantándose del sofá, pero Judith lo cogió de la mano.

-David… ¿Te puedes quedar conmigo? Es que quedarme sola en esta casa… tengo que admitir que me da un poco de yuyu – Judith parecía un poco avergonzada.

David se quedó callado sin saber qué hacer. Alice se dio cuenta de su compromiso.

-No te preocupes, está muy cerca. Vuelvo en un momento.

Alice salió de la biblioteca, cogió dinero del bolsillo de un abrigo que había colgado en el perchero y salió a la calle. Fuera no había nadie, la calle estaba vacía.

<<Cuando me vaya a mi mundo>> Pensó mientras caminaba <<Seguro que echaré de menos estos buenos ratos… siempre empiezas a divertirte cuando queda poco tiempo>>.

Cuando llegó a la pizzería, los camareros y algunas personas se le quedaron mirando, como de costumbre, aunque esta vez Alice iba vestida más o menos normal, quizás era por eso, ya la conocían y no estaban acostumbrados a verla con ropa “normal”.

Alice pidió la pizza y tuvo que esperar un rato mientras la hacían. Se preguntó qué estarían haciendo David y Judith solos. Al rato salió el camarero con la pizza y tres Coca Colas.

Cuando Alice llegó a su casa, cerró despacio la puerta y entró al pasillo que llevaba a la biblioteca. La bolsa de los refrescos se le escurría de las manos y tuvo que parar delante de la puerta para sujetarla mejor.

-David… - Oyó que decía Judith.

-¿Qué? – Le contestó David.

-Hay algo que quería decirte desde hace tiempo…

Alice, que iba a entrar, no pudo evitar quedarse en silencio detrás de la puerta. Sabía que no debía hacerlo, pero la curiosidad...

-¿Qué es?

Hubo silencio.

- Le verdad es que estaba esperando que tú me lo dijeras, pero… no puedo esperar más.

-¿A qué te refieres?

-Me da corte decírtelo, pero... me gustas.

Alice reprimió una exclamación. No se imaginaba a Judith diciéndole eso a David.

Al ver que David no decía nada, Judith siguió.

-Siempre has sido mi mejor amigo, pero desde hace un tiempo he empezado a verte como algo más que un amigo… ¿A ti te pasa lo mismo?

-No lo sé… - David era un poco tímido a veces y se notaba que esa situación le resultaba realmente incómoda. Empezaban a arderle las mejillas.

Judith se acercó a David, se sentó a su lado y luego se inclinó hacia él, despacio, cerrando los ojos hasta posar sus labios sobre los de David. Él no se apartó, cerró también los ojos y le respondió con ternura. Cuando se separaron, los dos se ruborizaron y Judith rió nerviosamente.

-David… ¿Te gustaría que fuéramos… novios?

Alice aguantó la respiración, ¿Qué le diría? De alguna manera, ya lo sabía. No había visto lo que acababa de pasar, pero se lo imaginaba.

David dudó un momento.

-Sí – Dijo finalmente.

Un nudo se formó en la garganta de Alice y empezó a notar que se le humedecían los ojos. Sí, David le gustaba, no había querido admitirlo pero ahora se daba cuenta; era inútil luchar contra los sentimientos.

Dio media vuelta, alejándose de la biblioteca y volvió al portal sin hacer ruido. Allí, dejó la bolsa en el suelo, abrió la puerta de la calle y la volvió a cerrar, ésta vez más fuerte para que David y Judith pudieran oírla y creyeran que Alice acababa de entrar. No quería que supieran que había estado escuchando, era más fácil así. Se secó los ojos con la manga de su camiseta, cogió la bolsa y volvió a la biblioteca, esta vez sí entró.

-¡Hola! Ya estoy de vuelta– Dijo sonriendo al entrar.

-Hola – Respondieron David y Judith al unísono.

Alice se acercó a la mesa y soltó la pizza y la bolsa de los refrescos, luego se sentó en el sillón. Judith alargó el brazo y abrió la caja de la pizza mientras Alice sacaba su Coca-Cola de la bolsa y la abría.

-Mmmm ¡Qué bien huele! – Exclamó Judith.

Estuvieron cenando mientras veían una película, que no les dio tiempo a acabar porque ya era muy tarde y David y Judith tenían que irse. Cuando se despidieron, ya en la puerta de la calle, y Judith dio media vuelta para irse, pareció acordarse de algo, y con una amplia sonrisa, se volvió de nuevo y miró a Alice.

-¡Ah! ¿Sabes qué? – Dijo Judith contenta. Alice ya se imaginaba qué iba a decirle - ¡David y yo estamos saliendo!

-¿Sí? – Dijo Alice fingiendo sorpresa. No tenía práctica en fingir, pero fue creíble. Miró a David como esperando una confirmación por su parte, éste se sonrojó, sonrió tímidamente y asintió – ¡Eso es genial! Espero que os vaya muy bien.

Judith asintió complacida.

-Bueno, ¡hasta pronto! – Dijo ella cogiendo a David de la mano y alejándose con él.

Alice se quedó sola en la puerta con la mirada triste y perdida entre la hierba del jardín, luchando contra las lágrimas que pugnaban por salir. Era una sensación extraña; por una parte, sentía rabia, como si hubiese perdido una partida, pero por otra parte se sentía algo aliviada, así sería más fácil… sabía que aunque no hubiera estado Judith allí, ella nunca le hubiera dicho nada a David, a pesar de su lanzada personalidad. Sin embargo, la rabia y la tristeza eran más fuertes que el alivio… otra vez volvía a sentir como si no encajara allí, como si no fuera lo suficientemente buena para gustarle a nadie… ni siquiera a sus padres.

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